“No puedes hacer una revolución para tener la democracia. Debes tener la
democracia para hacer una revolución.” (G. K.
Chesterton)
En estos momentos todo me
lleva a pensar que aunque el sol saldrá a las 08:11 horas y estará con nosotros
hasta las 17:39, lo vamos a disfrutar poco, no veo a Venus con mucha claridad,
al menos la temperatura es buena 16,1 grados.
En el café de la tarde comentábamos
que si la gente tuviera más cultura nuestra sociedad funcionaria mejor, que se
tendría que leer más… etc. Pero rápidamente nos dimos cuenta que no
necesariamente, no esta la cosa tan clara. La primera dificultad nos la encontramos
cuando nos quisimos poner de acuerdo en definir ¿Qué es la cultura? No pudimos.
El abanico es tan grande que nuestra modesta “cultura” no consiguió una definición
en la que estuviéramos todos de acuerdo.
Aunque todos estábamos de
acuerdo en que el principal fin de “tener cultura” es conseguir el
perfeccionamiento del espíritu humano, de la persona. Y es a partir de aquí cuando
nos surgió una pequeña dificultad, ¿Como se adquiere cultura?
Hay que conversar mucho y
cambiar muchas impresiones sobre este tema para empezar a diferenciar lo que es
cultura e instruirse. Al principio, no veiamos muy bien la diferencia entre
instrucción y cultura. Pero según avanzaba la conversación nos dimos cuenta que
tal distinción existe, y que tiene una base sólida.
Voy a poner un ejemplo que
salio en la conversación rápidamente: Se dice de una persona que lee mucho, que
es muy culta, por lo menos en comparación a otra que lee poco. Y entre dos
personas que leen mucho, la que más lee, se presume que es la más culta.
Pero aquí estamos cometiendo
un error, que nos surge del hecho de que muchas personas simplifican inadvertidamente
las nociones y llegan a considerar la cultura como mera resultante de la
cantidad de libros leídos. Error evidente, pues la lectura es provechosa, no
tanto en función de la cantidad, sino de la calidad de los libros leídos, y
principalmente en función de la calidad de quien lee, y del modo como lee.
O sea, la lectura puede hacer
hombres instruidos: tomamos aquí la palabra instrucción en el sentido de mera
información. Más una persona que ha leído mucho, que es muy instruida, o sea,
informada de muchos hechos o nociones de interés científico, histórico o
artístico, puede ser mucho menos culta que otra con un bagaje informativo
menor.
Lo que sucede es que la
instrucción sólo perfeccionara en toda la medida de lo posible nuestro espíritu,
cuando es seguida de una asimilación profunda, consecuencia de esmerada y
detenida reflexión. Y por esto, quien leyó poco, pero asimiló mucho, es más
culto de quien leyó mucho y asimiló poco.
O sea, resumiendo, la
reflexión es el primero de los medios que deberíamos utilizar para adquirir cultura.
Pues, mucho y mucho más que ser un ratón de biblioteca el hombre de cultura
debe ser un pensador. Y para el pensador, el libro principal que tiene que
saber leer es la realidad que él tiene delante de los ojos; la realidad es el
escritor que más se debe leer, y los demás autores y libros son elementos preciosos,
pero nítidamente subsidiarios.
Con todo, la mera reflexión no
basta. Y aquí, se nos terminaba la tarde, el café había dado para mucho y aun
nos quedaba dejar claro que para adquirir una buena cultura está debe estar cimentada
sobre bases sólidas, se hacía necesario tener nociones exactas sobre nuestra
forma de entender la perfección del hombre, no había tiempo para más, había que
ir entrenar.
Feliz y Dulce Día.
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