jueves, 13 de diciembre de 2018

Jueves 13 de diciembre de 2018.

“No puedes hacer una revolución para tener la democracia. Debes tener la democracia para hacer una revolución.” (G. K. Chesterton) 

En estos momentos todo me lleva a pensar que aunque el sol saldrá a las 08:11 horas y estará con nosotros hasta las 17:39, lo vamos a disfrutar poco, no veo a Venus con mucha claridad, al menos la temperatura es buena 16,1 grados.
En el café de la tarde comentábamos que si la gente tuviera más cultura nuestra sociedad funcionaria mejor, que se tendría que leer más… etc. Pero rápidamente nos dimos cuenta que no necesariamente, no esta la cosa tan clara. La primera dificultad nos la encontramos cuando nos quisimos poner de acuerdo en definir ¿Qué es la cultura? No pudimos. El abanico es tan grande que nuestra modesta “cultura” no consiguió una definición en la que estuviéramos todos de acuerdo.
Aunque todos estábamos de acuerdo en que el principal fin de “tener cultura” es conseguir el perfeccionamiento del espíritu humano, de la persona. Y es a partir de aquí cuando nos surgió una pequeña dificultad, ¿Como se adquiere cultura?
Hay que conversar mucho y cambiar muchas impresiones sobre este tema para empezar a diferenciar lo que es cultura e instruirse. Al principio, no veiamos muy bien la diferencia entre instrucción y cultura. Pero según avanzaba la conversación nos dimos cuenta que tal distinción existe, y que tiene una base sólida.
Voy a poner un ejemplo que salio en la conversación rápidamente: Se dice de una persona que lee mucho, que es muy culta, por lo menos en comparación a otra que lee poco. Y entre dos personas que leen mucho, la que más lee, se presume que es la más culta.
Pero aquí estamos cometiendo un error, que nos surge del hecho de que muchas personas simplifican inadvertidamente las nociones y llegan a considerar la cultura como mera resultante de la cantidad de libros leídos. Error evidente, pues la lectura es provechosa, no tanto en función de la cantidad, sino de la calidad de los libros leídos, y principalmente en función de la calidad de quien lee, y del modo como lee.
O sea, la lectura puede hacer hombres instruidos: tomamos aquí la palabra instrucción en el sentido de mera información. Más una persona que ha leído mucho, que es muy instruida, o sea, informada de muchos hechos o nociones de interés científico, histórico o artístico, puede ser mucho menos culta que otra con un bagaje informativo menor.
Lo que sucede es que la instrucción sólo perfeccionara en toda la medida de lo posible nuestro espíritu, cuando es seguida de una asimilación profunda, consecuencia de esmerada y detenida reflexión. Y por esto, quien leyó poco, pero asimiló mucho, es más culto de quien leyó mucho y asimiló poco.
O sea, resumiendo, la reflexión es el primero de los medios que deberíamos utilizar para adquirir cultura. Pues, mucho y mucho más que ser un ratón de biblioteca el hombre de cultura debe ser un pensador. Y para el pensador, el libro principal que tiene que saber leer es la realidad que él tiene delante de los ojos; la realidad es el escritor que más se debe leer, y los demás autores y libros son elementos preciosos, pero nítidamente subsidiarios.
Con todo, la mera reflexión no basta. Y aquí, se nos terminaba la tarde, el café había dado para mucho y aun nos quedaba dejar claro que para adquirir una buena cultura está debe estar cimentada sobre bases sólidas, se hacía necesario tener nociones exactas sobre nuestra forma de entender la perfección del hombre, no había tiempo para más, había que ir entrenar.

Feliz y Dulce Día.

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