miércoles, 26 de diciembre de 2018

Miércoles 26 de diciembre de 2018.

“No puedes hacer una revolución para tener la democracia. Debes tener la democracia para hacer una revolución.” (G. K. Chesterton).

Acabo de ver una foto en whatsapp donde estamos todos los amigos, nos la hicieron hace treinta nueve años en Valencia, pues si, como dice Gerardo; “éramos tan jóvenes”, va hacer ya casi cuarenta años de aquel día que nos fuimos a Valencia a celebrar una boda, cuarenta años en los que hemos experimentado algunos cambios, en algunos de nosotros se notan más y en otros menos, pero todos hemos cambiado, tanto física como mentalmente. Pero el sol se mantiene constante, continua día tras día realizando su trabajo, hoy desde las 08:18 horas hasta las 17:45 horas, y aquí en mi balcón de Onteniente 6’7 grados.
Hace treinta nueve años tal vez nos faltaba cimentar algunos de nuestros valores e ideales, y no teníamos muy claro cuales eran los modelos a seguir, a nuestra educación le faltaba, probablemente, un poco de experiencia y teníamos poco interés en los problemas que aquella  sociedad tenia. Han pasado los años y hemos solucionado muchas de aquellas carencias.  
No se si la suerte tendrá algo que ver pero fomentamos una amistad sana que ahora se ve que ha sido prioritaria para que nos respetemos y que hayamos crecido entre compañeros y amigos. Hemos envejecido bien.
Ahora, que vivimos en un mundo que prácticamente adora la juventud, por todo lo bueno que tiene, no vivimos engañados pensando que nos hemos quedado atrás,  ni nos decimos mentiras sobre lo que podemos hacer o no hacer, ni nos encerramos en la amargura de vernos más viejos.
Posiblemente, otra vez la suerte, nos haya enseñado a no sentirnos desplazados por las nuevas generaciones ni por sus ideas pues hubiese sido muy fácil considerarnos víctimas de una sociedad que avanza muy rápido, tal vez, demasiado, y haber empezado a buscar en la autocompasión una salida que nos hubiera llevado sin duda a la amargura. Pero no, hemos aprendido a mantenernos siempre motivados y no conformarnos con una vida mediocre. Estoy seguro que hemos envejecido bien.
Ahora somos más serenos, hemos adquirido una mejor capacidad para ver con mayor profundidad los acontecimientos y a las personas que nos rodean, contemplamos la realidad sin querer cambiarla con prisas dejando que las cosas se manifiesten y avancen poco a poco desde lo que son. Esa serenidad que hemos adquirido con el paso de los años es la que nos lleva a que nuestras conversaciones sean más profundas y tranquilas, y nuestras reuniones cada vez más apetecibles. Quizás, hemos tenido suerte, pues envejecer bien veo que es un don, pero también un trabajo que hemos sabido realizar.
Y es cierto, tenemos la conciencia de que es posible continuar con las mismas ganas de hace treinta y nueve años, eso si, en medio de las dificultades propias de la edad, que tampoco son muchas.

Feliz y Dulce Día.

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