“No puedes hacer una revolución para tener la democracia. Debes tener la
democracia para hacer una revolución.” (G. K.
Chesterton).
Acabo de ver una foto en whatsapp
donde estamos todos los amigos, nos la hicieron hace treinta nueve años en
Valencia, pues si, como dice Gerardo; “éramos tan jóvenes”, va hacer ya casi cuarenta
años de aquel día que nos fuimos a Valencia a celebrar una boda, cuarenta años
en los que hemos experimentado algunos cambios, en algunos de nosotros se notan
más y en otros menos, pero todos hemos cambiado, tanto física como mentalmente.
Pero el sol se mantiene constante, continua día tras día realizando su trabajo,
hoy desde las 08:18 horas hasta las 17:45 horas, y aquí en mi balcón de
Onteniente 6’7 grados.
Hace treinta nueve años tal
vez nos faltaba cimentar algunos de nuestros valores e ideales, y no teníamos
muy claro cuales eran los modelos a seguir, a nuestra educación le faltaba, probablemente,
un poco de experiencia y teníamos poco interés en los problemas que aquella sociedad tenia. Han pasado los años y hemos
solucionado muchas de aquellas carencias.
No se si la suerte tendrá algo
que ver pero fomentamos una amistad sana que ahora se ve que ha sido
prioritaria para que nos respetemos y que hayamos crecido entre compañeros y
amigos. Hemos envejecido bien.
Ahora, que vivimos en un mundo
que prácticamente adora la juventud, por todo lo bueno que tiene, no vivimos
engañados pensando que nos hemos quedado atrás, ni nos decimos mentiras sobre lo que podemos
hacer o no hacer, ni nos encerramos en la amargura de vernos más viejos.
Posiblemente, otra vez la
suerte, nos haya enseñado a no sentirnos desplazados por las nuevas generaciones
ni por sus ideas pues hubiese sido muy fácil considerarnos víctimas de una
sociedad que avanza muy rápido, tal vez, demasiado, y haber empezado a buscar
en la autocompasión una salida que nos hubiera llevado sin duda a la amargura. Pero
no, hemos aprendido a mantenernos siempre motivados y no conformarnos con una
vida mediocre. Estoy seguro que hemos envejecido bien.
Ahora somos más serenos, hemos
adquirido una mejor capacidad para ver con mayor profundidad los
acontecimientos y a las personas que nos rodean, contemplamos la realidad sin
querer cambiarla con prisas dejando que las cosas se manifiesten y avancen poco
a poco desde lo que son. Esa serenidad que hemos adquirido con el paso de los
años es la que nos lleva a que nuestras conversaciones sean más profundas y
tranquilas, y nuestras reuniones cada vez más apetecibles. Quizás, hemos tenido
suerte, pues envejecer bien veo que es un don, pero también un trabajo que
hemos sabido realizar.
Y es cierto, tenemos la
conciencia de que es posible continuar con las mismas ganas de hace treinta y
nueve años, eso si, en medio de las dificultades propias de la edad, que
tampoco son muchas.
Feliz y Dulce Día.
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