sábado, 8 de diciembre de 2018

Sábado 8 de diciembre de 2018.

“No puedes hacer una revolución para tener la democracia. Debes tener la democracia para hacer una revolución.” (G. K. Chesterton) 

Con el sol alumbrando desde las 08:07 horas hasta las 17:38 y con una temperatura de 14,5 grados este sábado se nos presenta con buenas expectativas.
Con este fin de semana se me termina una semana tranquila, más que de descanso yo me atrevería a decir que de recuperación, donde he tenido un poco más de tiempo para pensar, para escribir y para leer. He utilizado varias mañanas para montar el entrenamiento para la próxima maratón y mientras lo hacia me iba dando cuenta que se necesita tener motivación no solo para enfrentarse otra vez con una maratón sino que también para  enfrentarse todos los días con la vida.
Hay que esperar algo, tener esperanza es algo que encuentro fundamental en la vida, y si lo pensamos un poco veremos que es lo que nos distingue de los animales, para un animal no hay esperanza, vive únicamente en el presente, si miramos a nuestro perro, si es que lo tenemos, veremos que no sabe nada de lo que sucedió ayer ni le preocupa lo que sucederá mañana, vive el momento.
Pero las personas vivimos en el futuro y en el presente y lo que hacemos en el presente se basa en lo que sabemos del pasado y de lo que queremos alcanzar en el futuro. Lo más simple que realizamos esta marcado por una perspectiva de futuro. Lo que nos sucede es que esa perspectiva de futuro se hace más fuerte a medida que nos hacemos más civilizados porque entonces somos más plenamente humanos y por lo tanto sabemos que en nuestro futuro nos vamos a encontrar con la muerte.
Mientras éramos jóvenes y vivíamos activamente pensábamos poco en nuestro último fin, porque estábamos pendientes de conseguir lo que teníamos entre manos y en alcanzar los fines que nos habíamos propuesto. Por eso no es propio de la juventud pensar en la muerte, piensan más bien en la vida y en los objetivos que quieren conseguir.
Habremos oído alguna vez que los jóvenes no tienen conciencia clara de que van a morir. Saben que no son eternos, ningún hombre lo es, pero no lo saben por experiencia. Si no hubieran visto morir a su alrededor, si no lo hubiesen oído contar, no sabrían que iban a morir, pero este conocimiento es externo, no una conciencia de algo que han vivido.
Se dice que la conciencia de la muerte, la conciencia de que se va a morir uno mismo, se instala en el hombre cuando éste va llegando a la edad que tenemos nosotros ahora, por que se la ve llegar al darse cuenta de que hay algo que ha muerto ya en uno. Pero el hombre joven y en plenitud de fuerzas no tiene la impresión de que va a morir.
El tomar conciencia de la realidad de nuestra muerte no suele aparecer de golpe, hay que tener tiempo para meditar esa realidad, una larga enfermedad muchas veces es el momento para darnos cuenta, porque la enfermedad nos saca de la vida activa y nos deja tiempo para reflexionar, también lo es la vejez.
Normalmente cuando nos hacemos viejos nos alejamos de la vida agitada y tenemos más tiempo a reflexionar. Si observamos nuestra conducta nos estaremos dando cuenta que se nos esta endulzando el carácter y miramos lo acontecimientos que nos rodean con más benevolencia. Es verdad que a algunos que se centran más en sí mismos, los que han sido más egoístas están más irritados y descontentos, siempre quejosos de todo el mundo, pero son muchos más los que cuando nos vamos haciendo viejos estamos más tranquilos y vivimos reposadamente y con tiempo para la reflexión.   
Y esa reflexión me fuerza a mirar hacia delante, hacia el futuro porque la vida presente ya no tiene porvenir. Tengo más recuerdos que proyectos. Es verdad, he vivido más de lo que viviré pero solo si creo que la muerte es solamente el fin de la vida.

Feliz y Dulce Día.

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