“Dicen que los viajes ensanchan las ideas, pero para esto hay que tener ideas”. (G. K. Chesterton)
Día 51 del viaje a Roma. Barcelona --- Roda de Berá.
Lunes 19 de mayo de 2025.
Distancia: 84 km.
Desnivel positivo: 520 m.
Velocidad media: 14,9 km/h.
Empiezo hoy una serie de días, ya
muy repetidos, hasta llegar a Pego van a ser recorridos que he realizado en
varias ocasiones y que pocas sorpresas pueden ofrecer, sin embargo, en lo
esencial tienen las mismas características e importancia que todos los demás.
Este trayecto hasta casa siempre ha
sido como una desconexión, un alejamiento tranquilo y pausado de lo que ha sido
una forma de vivir durante los últimos dos meses.
No es la primera vez y espero que
no sea la última en la que durante unos meses se realiza un cambio en mi forma
de vivir el cada día. La realidad cambia, te sometes a un distanciamiento
social, a un cambio en la rutina, una especie de confinamiento que te aleja de
nuestra realidad y nos sitúa como parte de un videojuego. Y esto nos permite
darnos cuenta de cuánto nos sobra y cuánto echamos de menos, de qué queremos y
cómo queremos, de qué y quién nos mantiene vivos.
Durante estos largos viajes en los
que dejas de hacer las cosas del día a día… y siempre, al igual que ahora, te
das cuenta de todo aquello que me sobraba en mi quehacer diario y de lo que en
realidad era importante. Y cada vez en estos últimos días me digo: “cuando
vuelva a Pego cambiaré esto, haré esto otro, no diré tal cosa o actuaré
diferente…” En estos días te sientes emocionado pensando que viviré de otra
manera y siempre, sin faltar una sola vez, a los quince días vuelvo a ser el de
siempre.
Vuelvo a las calles, a los paseos,
a los bares… vuelvo, si Dios quiere, a ver a los seres queridos, a charlar con
los amigos, a poder dar gracias al que atiende… Pero el cómo vuelvo es lo que va
a cambiar todo.
No soy el de antes. He vivido algo
que te va transformando y ahora tengo dos opciones, volver a la realidad previa
al viaje como si nada, pensando solo que “esto nos va a cambiar como sociedad”;
o volver a la realidad transformada. Y solo va a depender de mí y de cómo ahora
mire mí vida con las nuevas gafas de quien acaba de volver de la óptica, eligiendo
y apostando por aquello que quiero que sea diferente. Porque estoy seguro de
que la realidad volverá tal vez más dura, y yo volveré. Mi apuesta está en
decidir si sigo de viaje, aplicando todo lo aprendido.
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