“¿Puedes devolver la vida? Entonces no te apresures a dispensar la
muerte, pues ni el más sabio conoce el fin de todos los caminos.” (J.R.R. Tolkien)
He conseguido sobrevivir a
este fin de semana, y creo que lo he hecho con dignidad, estoy satisfecho. He realizado
todo lo que me había propuesto y además he comprobado que todos vosotros
también conseguisteis pasar un agradable sábado, con la culminación final del
triunfo de Pepe. Un buen fin de semana.
Y, aquí estamos, ante el
desafío de que esta semana no se quede atrás y sea también una buena semana,
ingredientes no le van a faltar. Aunque he empezado con un pequeño problema, no
encontraba el grupo de whatsapp, pero ya esta solucionado, solo ha sido el
cambio de nombre.
Voy a empezar la semana con
una postura que he encontrado bastante arraigada en las personas más jóvenes;
es una toma de postura ante el pasado y, por tanto, ante la Historia, que
encuentro preocupante al menos a mí me lo parece. Me refiero a la postura se que
adopta cuando se esta convencido de que, de haber vivido en épocas pasadas,
habría hecho las cosas mejor que las hicieron los de esas épocas.
Resumiendo es creer que
nuestro momento histórico o nuestra generación es mejor que las demás, por el
hecho de ser la nuestra, y que consiste en atribuirse generacionalmente una
mejora radical que minusvalora a las generaciones anteriores.
Es una postura que a pesar de
no estar justificada, ha sido tomada como axioma por muchos progresistas. O
sea, un prejuicio muy poco racional, que no tiene siquiera el mérito de ser
nuevo porque es algo que se viene repitiendo generación tras generación; un
prejuicio tan sobrado de superioridad como falto de realismo, que no hay por
donde coger porque en él convergen varios errores de bulto.
Hay muchos progresistas que
afirman, contra toda evidencia, que el mundo, y el hombre con él, avanzan hacia
cotas de una perfección cada vez mayor, a medida que se van sucediendo las
generaciones y los siglos. Se apoyan para ello en el desarrollo científico y
tecnológico, cuyo progreso no solo es evidente, sino vertiginoso, pero yerran
al extender esta parcela de verdad a la totalidad de la vida humana y a las
distintas facetas de la realidad.
Que los adelantos tecnológicos
actuales son superiores a los de épocas pasadas, sí es cierto; que el hombre
actual supere a los de generaciones anteriores en su condición de humano no lo
es.
Está por demostrar que
nosotros hayamos alcanzado alguna superioridad sobre nuestros antepasados en
esa sabiduría de vida que es “el arte de vivir”.
Feliz y Dulce Día.
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