lunes, 23 de julio de 2018

Lunes 23 de julio de 2018.

“¿Puedes devolver la vida? Entonces no te apresures a dispensar la muerte, pues ni el más sabio conoce el fin de todos los caminos.” (J.R.R. Tolkien)


He conseguido sobrevivir a este fin de semana, y creo que lo he hecho con dignidad, estoy satisfecho. He realizado todo lo que me había propuesto y además he comprobado que todos vosotros también conseguisteis pasar un agradable sábado, con la culminación final del triunfo de Pepe. Un buen fin de semana.
Y, aquí estamos, ante el desafío de que esta semana no se quede atrás y sea también una buena semana, ingredientes no le van a faltar. Aunque he empezado con un pequeño problema, no encontraba el grupo de whatsapp, pero ya esta solucionado, solo ha sido el cambio de nombre.
Voy a empezar la semana con una postura que he encontrado bastante arraigada en las personas más jóvenes; es una toma de postura ante el pasado y, por tanto, ante la Historia, que encuentro preocupante al menos a mí me lo parece. Me refiero a la postura se que adopta cuando se esta convencido de que, de haber vivido en épocas pasadas, habría hecho las cosas mejor que las hicieron los de esas épocas.
Resumiendo es creer que nuestro momento histórico o nuestra generación es mejor que las demás, por el hecho de ser la nuestra, y que consiste en atribuirse generacionalmente una mejora radical que minusvalora a las generaciones anteriores.
Es una postura que a pesar de no estar justificada, ha sido tomada como axioma por muchos progresistas. O sea, un prejuicio muy poco racional, que no tiene siquiera el mérito de ser nuevo porque es algo que se viene repitiendo generación tras generación; un prejuicio tan sobrado de superioridad como falto de realismo, que no hay por donde coger porque en él convergen varios errores de bulto.
Hay muchos progresistas que afirman, contra toda evidencia, que el mundo, y el hombre con él, avanzan hacia cotas de una perfección cada vez mayor, a medida que se van sucediendo las generaciones y los siglos. Se apoyan para ello en el desarrollo científico y tecnológico, cuyo progreso no solo es evidente, sino vertiginoso, pero yerran al extender esta parcela de verdad a la totalidad de la vida humana y a las distintas facetas de la realidad.
Que los adelantos tecnológicos actuales son superiores a los de épocas pasadas, sí es cierto; que el hombre actual supere a los de generaciones anteriores en su condición de humano no lo es.
Está por demostrar que nosotros hayamos alcanzado alguna superioridad sobre nuestros antepasados en esa sabiduría de vida que es “el arte de vivir”.

Feliz y Dulce Día.

No hay comentarios: