martes, 24 de julio de 2018

Martes 24 de julio de 2018

¿Puedes devolver la vida? Entonces no te apresures a dispensar la muerte, pues ni el más sabio conoce el fin de todos los caminos.” (J.R.R. Tolkien)

Acabo de leer el whatsapp de ayer y me he dado cuenta de que no esta completo, le faltan muchas cosas por aclarar. Así que como han cerrado las pistas de atletismo hasta septiembre pues están plantando césped, y no puedo realizar mi entrenamiento matutino tengo un poco más de tiempo para el whatsapp.
O sea que voy a meter un poco más de “rollo”, cogiendo el hilo del “Buenos Días” de ayer, vemos que el hombre de hoy entendiendo por tal el adulto que alumbra la cultura contemporánea, ese que ha dado en llamarse el homo ciberneticus es más técnico, pero no más sabio y por eso la sociedad que ha construido es más sofisticada pero no más humana, es más igualitaria pero menos fraterna, está multiconectada pero anda en ayunas de virtudes morales.
Vamos a echar un vistazo, ahora que tenemos tiempo, a algunos de esos errores de bulto que convergen en este prejuicio, siempre nuevo para cada generación, es decir, tan viejo como el hombre.
Voy a empezar por un error de base y se refiere a la noción de tiempo. Si pensáis que el tiempo puede ser causa de algo es una cosa parecida a pensar que los termómetros son los que causan el calor o del frío. El tiempo no puede ser causa porque no es un agente de nada pues no tiene capacidad de acción, no es un fin al que pueda tender ningún acto, ni constituye la materia ni la forma de nada; no es un principio de ninguna rama del saber, ni un instrumento, ni un fenómeno. El tiempo no es nada de todo eso porque el tiempo no es, no tiene ser. El tiempo no es, ni está, ni pasa, ni corre, ni huye, ni dura, ni hace nada de todas esas acciones que figuradamente le atribuimos.
Lo que llamamos tiempo es un invento humano a partir de las cosas creadas (como todos los inventos), en este caso un invento para medir la permanencia de los seres en este mundo, en tanto que esta es medible porque hay nacimiento y muerte. Si no hubiera principio y fin, no habría tiempo, que es lo que ocurre con la eternidad.
¿Cómo se mide esa permanencia? Aplicando un patrón de medida, que son los dos movimientos de la Tierra con relación al Sol, de donde proceden las dos unidades fundamentales de medida, el año y el día, siendo las demás unidades múltiplos y divisores de estas dos fundamentales (décadas, siglos…, horas, minutos, segundos). Si esta es la condición del tiempo, difícilmente puede considerársele motor de cambio o de progreso alguno.
¿Vamos bien? Pues me voy al paseo a tomarme un cortado.

Feliz y Dulce Día.

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