miércoles, 4 de julio de 2018

Miércoles 4 de julio de 2018.

“¿Puedes devolver la vida? Entonces no te apresures a dispensar la muerte, pues ni el más sabio conoce el fin de todos los caminos.” (J.R.R. Tolkien)

Después de un día en el que no hemos podido dar los “Buenos Días”, ahora, aunque un poco tarde, volvemos. Las noches del verano es lo que tienen; son muy largas ya que son ideales para largas conversaciones. Y después nos cuesta levantarnos.
Hay tantos temas de actualidad que se pasan las horas muy rápidas, mas si cabe cuando la temperatura nos esta dando un respiro, después del bochornoso día que tuvimos que soportar.
Tenemos tanto sobre lo que conversar que nos daría para todas las noches de verano y es que nuestra sociedad vive bajo el yugo de una larga serie de crisis acumuladas e irresueltas. La causa común de todas ellas, me comentaban ayer,  es la cultura de la desvinculación, que nos ha transformado.
Es un concepto que no tenía muy claro, de ahí la larga noche,  pues presenta algunas preguntas: ¿Qué legado colectivo queremos dejar a nuestros hijos? ¿En qué sociedad queremos vivir? Y para responder debemos utilizar no solo las maravillosas noches de verano sino que alguna cerveza de medio día.
Por primera vez una sociedad funciona asumiendo la lógica del deseo como máximo bien, lo que se opone así al que ha sido sinónimo de civilización, civilidad y cultura: la canalización del deseo, su control social y la educación para el autocontrol.
Recuerdo que cuando éramos jóvenes el deseo funcionaba junto con otros requerimientos relacionados a la razón, el deber y el amor, y ahora se ha hecho independiente de todos ellos, ha desbordado su curso histórico e inunda la sociedad.
Si miramos todos los temas de actualidad de los que tanto hablamos nos daremos que la gran mayorías siguen el mismo principio: la realización personal solo se alcanza por la satisfacción del impulso del deseo, por encima de cualquier otra causa y razón. Ningún compromiso personal o comunitario, ley, norma, tradición, derecho consuetudinario, costumbre, ningún vínculo, en definitiva, incluidos el deber y el amor, pueden limitar la realización del deseo individual, porque en ella radica el hiper-bien de la vida humana.
Pero ¿tan negativo es satisfacer el deseo, expresión de una dimensión muy humana? Claro que no. Y aquí esta el tema de conversación para las próximas noche de verano.

Feliz y Dulce Día.

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