“¿Puedes devolver la vida? Entonces no te apresures a dispensar la
muerte, pues ni el más sabio conoce el fin de todos los caminos.” (J.R.R. Tolkien)
Después de un día en el que no
hemos podido dar los “Buenos Días”, ahora, aunque un poco tarde, volvemos. Las
noches del verano es lo que tienen; son muy largas ya que son ideales para
largas conversaciones. Y después nos cuesta levantarnos.
Hay tantos temas de actualidad
que se pasan las horas muy rápidas, mas si cabe cuando la temperatura nos esta
dando un respiro, después del bochornoso día que tuvimos que soportar.
Tenemos tanto sobre lo que
conversar que nos daría para todas las noches de verano y es que nuestra
sociedad vive bajo el yugo de una larga serie de crisis acumuladas e
irresueltas. La causa común de todas ellas, me comentaban ayer, es la cultura de la desvinculación, que nos ha
transformado.
Es un concepto que no tenía
muy claro, de ahí la larga noche, pues
presenta algunas preguntas: ¿Qué legado colectivo queremos dejar a nuestros
hijos? ¿En qué sociedad queremos vivir? Y para responder debemos utilizar no
solo las maravillosas noches de verano sino que alguna cerveza de medio día.
Por primera vez una sociedad
funciona asumiendo la lógica del deseo como máximo bien, lo que se opone así al
que ha sido sinónimo de civilización, civilidad y cultura: la canalización del
deseo, su control social y la educación para el autocontrol.
Recuerdo que cuando éramos jóvenes
el deseo funcionaba junto con otros requerimientos relacionados a la razón, el
deber y el amor, y ahora se ha hecho independiente de todos ellos, ha desbordado
su curso histórico e inunda la sociedad.
Si miramos todos los temas de
actualidad de los que tanto hablamos nos daremos que la gran mayorías siguen el
mismo principio: la realización personal solo se alcanza por la satisfacción
del impulso del deseo, por encima de cualquier otra causa y razón. Ningún
compromiso personal o comunitario, ley, norma, tradición, derecho consuetudinario,
costumbre, ningún vínculo, en definitiva, incluidos el deber y el amor, pueden
limitar la realización del deseo individual, porque en ella radica el hiper-bien
de la vida humana.
Pero ¿tan negativo es
satisfacer el deseo, expresión de una dimensión muy humana? Claro que no. Y aquí
esta el tema de conversación para las próximas noche de verano.
Feliz y Dulce Día.
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