“¿Puedes devolver la vida? Entonces no te apresures a dispensar la
muerte, pues ni el más sabio conoce el fin de todos los caminos.” (J.R.R. Tolkien)
Anoche, cuando me refrescaba
tomando una horchata con una “bola” de café y estaba otra vez quejándome de la
sociedad en la que vivimos me dí cuenta del grave error que estoy cometiendo.
Lo discutimos hasta bien
pasada la media noche, y es que tengo que olvidarme y dejar toda intención de quejarme de la
situación de nuestra sociedad. Las murmuraciones y vituperios contra el estado
de las cosas en que nos encontramos, y las preferencias por una situación
anterior, no son solamente incorrectas, sino absolutamente carentes de sentido.
Y es que, yo formo parte
necesariamente del sistema que hay ahora en nuestro mundo; en él me he criado,
hasta llegar a mi posición actual dentro de la sociedad. Dependiendo, por
tanto, de los tiempos como condición de existencia, al anhelar otros tiempos
estoy de hecho, deseando no haber nacido nunca.
Además, cometo una ingratitud
hacia la sociedad en que vivo, al decir pestes contra ella, pues día tras día
disfruto de los innumerables beneficios que me ofrece. No obstante, no tiene
nada de incorrecto, vacío de sentido o ingrato indicar sus deficiencias con el
deseo de ayudar a superarlas.
Así que voy a intentar
mantener un equilibrio, por lo que será necesario que tenga que variar mi
posición continuamente para que el equilibrio se mantenga.
Feliz y Dulce Día.
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