“Es puro sentimentalismo presentar un mundo lleno de felices matrimonios. Pero es mucho más tonto y sentimental presentar un mundo lleno de felices divorcios”. (G. K. Chesterton)
¡¡¡Buenos días!!!
El
insomnio nos puede llevar a conclusiones curiosas y que a la vez tienen muchas
probabilidades de ser ciertas, pues las hemos repasado durante horas. Esta
noche he llegado a la conclusión de que nunca voy a llegar a entender del todo
a las personas. Es posible por eso que ahí se encuentre una parte importante de
la magia de las relaciones humanas.
Y
es que por muy transparente que sea, siempre albergaré una buena dosis de misterio
que guardo celosamente para mí y que no comparto. Por eso mismo, en muchas
ocasiones los demás pueden resultar inalcanzables porque a todos guardamos algo
en nuestro interior.
¿En
cuántas ocasiones nos hemos preguntado el “por qué” de decisiones o reacciones
de personas que no entendemos? Nos las encontramos en cualquier ambiente y
lugar, en nuestros amigos, con nuestra pareja, con nuestros vecinos… En
cualquier relación que tengamos con personas. No entendemos el porqué de cosas
que ocurren. No entendemos como se ha llegado a la situación en que nos
encontramos. Y esa falta de conocimiento del porqué de muchas circunstancias se
convierte durante alguna noche en un verdadero quebradero de cabeza.
No
siempre vamos a tener una explicación para todo lo que nos pase en la vida. En
especial en lo que respecta a las relaciones entre personas, las personas somos
muy complejas, y tenemos muchos motivos, muchas historias personales y muchas
palabras que no hemos dicho o que no hemos sabido decir… por eso no nos debería
de extrañar que en ocasiones no podamos comprender algunas acciones, algunos
silencios, o algunas decisiones. Pero que no las comprenda no debe significar
que no tengan un sentido. Solo significa que no tengo todos los datos, y es que
la otra persona tiene derecho a ser otra persona.
Ese
afán por querer entender me lleva en alguna ocasión a meterme en auténticos laberintos
de los que no encuentro la manera de salir. Y es que tengo que aceptar que hay
decisiones que no son mías. O reacciones que pertenecen que quien reacciona ya
se equivoque o acierte, tiene ese derecho. Yo solo puedo aceptarlas y
respetarlas y, además la otra persona puede no querer darme explicaciones.
Intentar
entenderlo todo, controlarlo todo, explicarlo todo, llega a convertirse en un
laberinto sin salida cuando no está en mi mano y la otra persona no quiere. Así
de fácil y de complicado a la vez. Por lo que a veces tengo que admitir que
solo me queda seguir adelante. Solo me queda aceptarlo, y tal vez mejor
olvidarlo. Solo me queda salir de ese laberinto saltando los setos sin llegar a
ninguna conclusión y procurar no volver a es jardín.
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