“No se puede ser excéntrico sin que haya un centro”. (G. K. Chesterton)
¡¡¡Buenos días!!!
Ha pasado ya un mes desde la última vez que aparecí en Instagram y no
ha sido por haberme olvidado de los viajes, es más, todo lo contrario, por
haber estado haciendo, aún, la digestión del último y por estar pensando el
siguiente.
Las prisas son una de las cosas que la tecnología nos lleva a demandar
en muchas ocasiones. Nos hemos acostumbrado a tenerlo y saberlo todo
inmediatamente, a no esperar. Y, sería muy difícil encontrar una costumbre más dañina
para buscar y elegir un viaje, que exige esfuerzo, concentración y un análisis
tranquilo.
Antes de empezar a considerar a donde vamos a dirigir nuestra
bicicleta el año que viene, en vez de lanzarnos a decir el primer lugar que se
nos ocurra, hay que pararse a pensar, porque, de otro modo, vamos
a perder mucho tiempo preparando proyectos que no nos llevarán a ninguna parte.
Al existir muchos lugares a los que nos gustaría ir, antes de
lanzarnos a la tarea de descubrir cual nos interesa más, conviene que dediquemos
algo de tiempo a pensar cómo conviene realizar esa búsqueda, qué camino
conviene tomar, de qué manera hay que recorrerlo y qué herramientas debemos
utilizar, para no dar palos de ciego.
Lo primero, lógicamente, es saber el tipo de viaje que uno puede hacer.
No es lo mismo viajar al pueblo de al lado que al Cabo Norte. En nuestro caso,
lo primero es darse cuenta de que la cuestión que nos ocupa no es una
pregunta cualquiera, sino una pregunta fundamental. Más aún, es la
pregunta fundamental. Sea cual sea la respuesta, se trata de la pregunta
más importante del viaje y encontrar la respuesta es la mayor y más emocionante
aventura. Sea cual sea la respuesta, afectará a absolutamente todas las
cuestiones que nos planteemos durante el tiempo en el que vamos a estar
pedaleando y a todo lo que hagamos en su transcurso, consciente o
inconscientemente, del mismo modo que el estado del cimiento de un edificio
afecta a todo lo que se construye sobre él.
Eso nos indica que, si queremos responder a esta pregunta
adecuadamente, debemos considerarla con toda seriedad y poniendo en
ella todo nuestro interés. El que se tome un viaje por la jungla tropical
como un paseíto por su calle, terminará devorado por las fieras o en el fondo
de una ciénaga. Cuando se construye una casa sobre arena, vienen los vientos y
las tormentas y la derriban.
Además de exigir seriedad, ese carácter fundamental de la pregunta
tiene también otra consecuencia. Cuanto más importante y profunda es una
cuestión, cuanto más toca a nuestra vida, menos probable es que se
pueda resolver utilizando solo un tipo de conocimiento y lo más probable es que
tengamos que implicar nuestra propia vida en resolverla.
Si, cuanto más importante es una pregunta más tenemos que emplear
todas nuestras habilidades y nuestro ser en responderla, ¿qué significa eso en
el caso de buscar el objetivo de nuestro viaje para el año que viene, que, como
hemos dicho, es la pregunta más importante de todas? Significa que,
para mostrar satisfactoriamente nuestro lugar de destino, no basta con dar con
una formula, como haríamos con una simple cuestión matemática. Puede haber, y
hay, formulas y aplicaciones, pero no bastan. Hace falta más, porque, si
ese lugar existe, absolutamente todo tiene que llevar hacia él, señalar
hacia él y hablar de él.
Esto es lo que tenemos que encontrar. No basta con que encontremos
que un camino en concreto lleva nuestro destino. Nuestro viaje no estará
completo si no mostramos que todo nos lleva hacia ese lugar, porque no deben
llevar a ningún otro sitio.
Pertrechémonos bien para emprender nuestra odisea y lancémonos
después a la aventura más emocionante que debe haber en 2024.
Si bien es cierto que el destino de todos mis viajes siempre es y
será el mismo; llegar a mi casa.
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