“Tener derecho a hacer algo no es para nada igual a
tener razón al hacerlo”. (G. K. Chesterton).
Hoy el viento que estoy oyendo me va a impedir que
tenga un buen día, al menos en lo meteorológico, pues aunque el sol nos saldrá
a las 08:14 horas y mejorara la temperatura, este viento conseguirá que nuestra
sensación térmica no sea agradable, pero intentare que hasta las 18:12 horas el
sol me caliente lo máximo posible. Ahora hay una temperatura en mi balcón de 11,3
grados.
Me ha llamado la atención la facilidad con que se
está utilizando el tema del progreso para vendernos cualquier cosa, o para explicar
muchas decisiones que no se ven muy claras. Muchas de las acciones de nuestros
políticos se basan en la búsqueda del progreso. En parte, porque es grande el
deseo de mejorar nuestra sociedad.
Lo normal cuando hablamos de progreso es que seamos
capaces de distinguir entre situaciones que consideramos como malas y otras que
vemos como buenas, y pasar de las consideradas como peores a otras vistas como
mejores es lo que se entiende cómo progresar.
Pero claro, esto implica que si hablamos de
progreso, también habría “regreso”, o retroceso, cuando pasamos de lo mejor
hacia lo peor. El problema que yo veo es a la hora de identificar los criterios
según los cuales distinguir entre peor y mejor, entre progreso y retroceso,
entre esplendor y decadencia. Por ejemplo: ¿Hubo progreso en la tierra cuando
se descubrió y se difundió industrialmente el plástico?
Por eso es tan importante a la hora de buscar
respuestas tener claros una serie de medidas válidas que permitan distinguir
entre lo que es progreso y retroceso. Uno de esos parámetros, por desgracia no
aceptado por algunos, radica en el grado de respeto que exista hacia la dignidad
humana.
El respeto a esa dignidad nos permite declarar como
progreso aquellos cambios que promueven tal respeto, mientras que habría
retroceso, incluso a veces grave decadencia, cuando se inician cambios que van
contra la dignidad de algunos.
Aquí surgen nuevas discusiones, pues para mucha
gente no todos los seres humanos tienen la misma dignidad. Se necesita tiempo
para tener una seria discusión sobre la dignidad de la persona, con una mente
abierta y reflexiva, capaz de identificar la verdad sobre el ser humano y sobre
el sentido de su existencia.
Sólo desde esa discusión seremos capaces de
identificar cuándo una sociedad ha escogido el camino del fracaso y del
retroceso, y cuándo esa sociedad ha puesto en marcha opciones que respetan a cada
ser humano en su dignidad y que, por lo tanto, promueven un progreso auténtico
y justo.
Feliz y Dulce Día.
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