“Tener
derecho a hacer algo no es para nada igual a tener razón al hacerlo”. (G.
K. Chesterton).
Ayer no pudo ser, no fue posible escribir nada
salvo una carta a los Reyes Magos de Oriente llena de prisas y deseos, y que,
dentro de unas horas comprobare si llego a su destino con el suficiente tiempo.
Ya se que algunos de vosotros estaréis pensando que los Reyes Magos no existen
y que nuestros padres nos mintieron, pero no nos mintieron, los Reyes Magos son
verdad.
En contra de lo que suele afirmarse, la magia del
día de Reyes está más en los padres y en las personas mayores que en los niños.
El prodigio que se produce en el día de hoy todos los años y que cada uno
experimenta y expresa de una forma muy particular, consiste en hacer felices a
la gente que nos rodea permaneciendo en la sombra. Esa es exactamente la clave
y la razón de ser del día de Reyes.
Si no somos capaces de entender que a la bondad
auténtica no se le hace publicidad, sino que tiene que permanecer oculta. Sino comprendemos
que hay que servir a los demás olvidándonos de nosotros mismos. Sino vemos que
nuestra felicidad consiste en hacer felices a los demás sin esperar que nos
recompense. Sino somos capaces de aceptar que toda la recompensa de la
felicidad que vamos a repartir hoy se la lleven otros no podremos entender que
los Reyes Magos de Oriente son verdad.
Sin embargo, es un hecho que, suele resultar más
fácil poner en práctica este principio espiritual de entrega y de olvido de uno
mismo, con los propios hijos, que con los amigos y con el resto de la familia. El
amor hacia los hijos es más instintivo. De lo cual se deduce que, es más fácil
hacer de Rey Mago con los hijos que con los demás.
Siempre les estaré agradecido por la ilusión que
guardaron en mi cuando era un niño y que ahora me permite esperarlos con la ilusión
de un hombre, por eso se que; sí, es cierto, no lo dudéis…, ¡los Reyes Magos existen!
Feliz y Dulce Día de Reyes.
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