“Tener derecho a hacer algo no es para nada igual a
tener razón al hacerlo”. (G. K. Chesterton).
Aunque ahora hace frío, ya no es tan intenso como
en los días pasados, ahora 9,7 grados, muy poco por debajo de los 10, así que
vamos a tener un buen día, y estaremos acompañados por el sol desde las 08:18
horas hasta las 18:02, por cierto nuestro santoral nos dice que hoy se celebra
San Esteban.
No hay más remedio, hay que continuar insistiendo
con el tema de los malos tratos, y estar preocupados por su aumento y su
incidencia en cualquier ámbito y mucho más en la violencia que se ejerce
precisamente en el hogar.
Buscar un solo motivo creo que no voy a ser capaz,
hay demasiados elementos que pueden llevar a las personas a maltratar al que
tienen a su lado, como las conductas rígidas, una forma de ser autoritaria, el
orgullo, la primacía de uno mismo sobre los demás, nuestra falta de auto-control,
las consideraciones que podemos tener de tipo sexista, la falta de sentido en
la propia vida,… son todos estos elementos los que se repiten una y otra vez en
los casos de la violencia domestica, incluso se manifiestan en las agresiones
de hijos pequeños hacia sus profesores o padres.
Nunca deberíamos aceptar y justificar estas
situaciones, es como una enfermedad que se esta convirtiendo en epidemia y, lo
hace en la misma medida que se expande una cierta cultura del culto al yo, de
exaltación de la agresividad,… que va tomando carta de naturaleza entre
nosotros y condición de pertenecer ya a nuestra manera de ser, y se justifica
como natural, porque ¿cómo he de aguantar yo todo esto?
No va a ser fácil solucionar el problema, la
dificultad es grande y su solución de difícil realización, porque ¿cómo podemos
solucionar esos aspectos tan profundos que afectan a la propia formación de la personalidad
de cada uno sin afectar su libertad?
Pero tenemos que hacer algo, no nos podemos basar
en el respeto de la libertad de la personas y no hacer nada, pienso que hay
intentar actuar desde los valores positivos que conforman una personalidad
equilibrada, abierta y respetuosa, poner esos valores enfrente de los que
promueven los contravalores.
Si tuviera que hacer ahora alguna propuesta, creo
que debería empezar por indicar la utilidad de tener una vida plena y vivida a
fondo, que se encuentre basada en la autenticidad con que nos relacionamos con
los demás, estar dispuesto a asumir al otro como aquello que es muy valioso
para mí y que me hace estar atento a sus necesidades, tener la empatía que me
permita ser alguien capaz de establecer sintonía con los que me rodean,
especialmente con esa persona que es lo más importante de mi existir.
Ya se que todo lo anterior es complicado, y mucho
más si tenemos que añadir que hay que ser capaces de ver en las otras personas
entes iguales en dignidad a nosotros, aunque diferentes en sus peculiaridades,
las cuales nos deben enriquecer en la medida en la que las podemos compartir. Otra
cosa difícil de llevar a cabo es fomentar el respeto y la paciencia, hay que
enseñar a controlar los caprichos y a saber soportar las frustraciones, hay que
ayudar a las personas a conocer sus emociones, dominar los sentimientos que nos
provocan y asumir y canalizar los afectos que resultan de todo ello.
No existe una solución mágica, si la tuviésemos,
ojalá que la pudiésemos empezar a poner en marcha ahora mismo.
Pero, lo que tengo claro es que se debe fomentar
una civilización que este basada en el amor, ya se que suena raro pues ese
término ha sido tan manoseado que no es fácil de ser comprendido, hay que hacer
un esfuerzo y deberíamos describirlo como la civilización en la que las
personas disfrutasen de la capacidad de perdonar, aceptar, darse y acoger de una
manera consciente, libre, voluntaria y definitiva, porque eso es el amor.
Feliz y Dulce Día.
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