“Lo
correcto es lo correcto, aunque no lo haga nadie. Lo que está mal está mal,
aunque todo el mundo se equivoque al respecto”.
(G.
K. Chesterton).
Continuamos con viento, y con la salida del sol a
la misma hora que ayer, 08:08 horas, menos mal que su ocaso será un minuto más
tarde, a las 18:21 horas y que la temperatura es más alta, 15,5 grados y aunque
me parece adivinar que está nublado creo que hoy va a ser otro buen día de
invierno.
Después de interesarme, ayer, en cómo está la
situación del Brexit, no tendré más remedio esta tarde, qué ver, qué está pasando en Venezuela y todo el proceso de transición que ha puesto en marcha
Juan Guaidó, y mirar si puede convertirse en el cambio que necesita el país. Pero
esto ya será esta tarde.
Lo que me resulta curioso si miramos cómo se está desarrollando la situación internacional, es que parece que nos encaminamos
hacia un momento histórico, un momento de cambio, doloroso tal vez. Pero a
pesar de los riesgos que suponen todos estos cambios se nos abre un nuevo
futuro, y por lo tanto con la esperanza de que sea para mejor.
Seguramente el origen de los populismos que nos
acechan por todos lados no sea una cuestión meramente económica, yo creo que
tienen más que ver con unos signos alarmantes de una inseguridad existencial,
una inseguridad que surge cuando vemos que los principios sobre los que hemos
construido nuestro estilo de vida se nos desmoronan.
Sin embargo, eso no significa que haya que ser
superficiales con los problemas socio-económicos que hay que afrontar. La
crisis financiera, la grave injusticia en la distribución de la riqueza, por
citar solo algunos ejemplos… en síntesis, la cultura del descarte, son
cuestiones que no se pueden desatender.
Hay que tener en cuenta que en una sociedad donde
no todos compartimos los mismos valores es complicado poder buscar juntos el
bien común, y la solución pasa por convivir, aún con nuestras visiones
distintas. Pero esto, lejos de ser un hecho negativo, es un punto a favor para
la búsqueda del bien común. Hay que escuchar y contar, pacientemente nuestros
puntos de vista y encontrar los rasgos comunes, que sin duda los hay.
Y esto, nos plantea muchas preguntas que son a la
vez una serie de desafíos. Por ejemplo con la inmigración; ¿Es posible una verdadera integración si no
tenemos una idea clara de qué es lo que podemos ofrecer en términos de sentido
de la vida y valores? A mi me gusta la opción de mostrar cuales son mis valores
y mi sentido de la vida. Mi insistencia en dar testimonio de mis valores nace
de la conciencia de que no hay acceso a la verdad que no pase por el encuentro
personal y el intercambio entre libertades.
Es el encuentro con los demás lo que abre un espacio
a la manifestación de nuestros valores con toda su belleza y capacidad de
fascinación. Así la persona que nos observa pone en marcha la libertad de quien
se encuentra con él, la provoca, la llama a ponerse en juego en primera persona.
Nuestra sociedad necesita, urgentemente, hombres y
mujeres dispuestos a exponerse en primera persona, a exponer y mostrar su forma
de entender la vida para que todos puedan ser testigos y hacerla suya, si les
convencemos.
Feliz y Dulce Día.
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