miércoles, 15 de enero de 2020

Una persona “de una sola cara”..

“La imparcialidad es un nombre pomposo para la indiferencia, que es un nombre elegante para la ignorancia.” (G. K. Chesterton)


Buenos Días:
Celebramos en este frío miércoles la festividad de san Mauro, menos mal que el sol nos alumbrará desde las 08:18 horas hasta las 18:02, y que nos calentará el ambiente permitiendo que pasemos un día más agradable.
Ayer, mientras me tomaba el cortado de media tarde comentábamos la falta de sinceridad de nuestros políticos y lo poco sinceros que parecen ser los que forman parte del nuevo gobierno, y claro, me comentaban, y con razón que si todos actuáramos con sinceridad absoluta nuestra convivencia sería un caos; pero ser sincero es no sólo decir la verdad, sino actuar con verdad, actuar limpiamente, sin dobleces ni hipocresías, y esto nuestros gobernantes no lo están haciendo.
Si analizamos un poco el cuestión nos daremos cuenta que no es sincero el que, presumiendo de serlo, se dedica a decir verdades molestas y humillantes a los demás. Esa persona es un impertinente y un mal educado que no tiene sensibilidad ni caridad para convivir con los demás. Está claro que podemos y debemos decir la verdad, pero siempre anteponiendo la prudencia y el respeto que nos merece la dignidad y la buena fama de nuestro prójimo. La falta de sinceridad de nuestros políticos va por otro camino, quizás podemos entenderlo mejor si interpretamos la alocución: “Sin cera”.
Veamos: “Sin cera” que no hay “cera”, nada cubriendo, escondiendo la realidad. Se trata de algo auténtico, tal como parece. Tratándose de una persona – no hay máscara (“más” cara), algo ficticio recubriendo su verdadera cara. Por eso una persona sincera es una persona “de una sola cara”. Y es aquí donde se encuentran nuestros gobernantes, no nos muestran su verdadera cara. La sinceridad implica veracidad y honestidad, verdad en la palabra, honestidad en el actuar. Uno puede confiar en que lo que dice tal persona es cierto y además que se hará. Pero los que nos gobiernan nos han dado demasiados ejemplos de que no son sinceros.
Esa sociedad justa y sana en la que a todos nos gustaría vivir es imposible dónde no hay sinceridad y autenticidad. ¿Cómo puede existir armonía, seguridad, apoyo, donde uno no puede fiarse de la sinceridad de las palabras o acciones de una persona? Y más aún si se trata de quien nos gobierna. La persona insincera deshace el ambiente de confianza en la sociedad en la que vive, destruyendo la concordia. Sólo cuando hay sinceridad puede crecer el buen ambiente que debe caracterizar toda sociedad.
¿Quién acudirá a pedir consejo o ayuda un político que se muestra insincero? ¿Quién confiará a él la educación de sus hijos? ¿Cómo podemos confiarle alguna verdadera responsabilidad? Es esencial que cada persona y por lo tanto cualquier político se forje en el sentido de la veracidad, la honestidad, la rectitud. Podrá saber mucho de economía, administración, leyes, de política internacional, de ecología, y hasta ser generoso: si hay en él doblez y mentira será sólo una caricatura de político, una persona a medias, un ser humano dividido y disminuido.
Tenemos que hacer un esfuerzo por valorar la sinceridad, mientras no logremos que se comporten del mismo modo cuando son vistos y cuando están solas, no podemos estar tranquilos, en la vida familiar, con los amigos y en la vida pública. Que lleguen a ser capaces, por ejemplo, de hablar en los mítines con sinceridad y verdad.
En fin, tenemos un problema.

Feliz Día.

No hay comentarios: