domingo, 26 de enero de 2020

la pregunta al llegar es: ¿Tienen Wi-fi?...

“La imparcialidad es un nombre pomposo para la indiferencia, que es un nombre elegante para la ignorancia.” (G. K. Chesterton)


Por fin un día como debe ser, con sol y temperatura agradable, esperemos que mañana continúe, si mañana a las 08:11 horas vemos el sol al menos empezaremos la semana con buen ánimo, y podremos celebrar a santa Ángela cómo se merece.
 Ayer tuve que escuchar como me instigaban a que usara mucho más los medios digitales, todos ya sabréis que no suelo ser un asiduo de las redes sociales a las que me acerco en muy contadas ocasiones, soy lo que suele denominarse como “offline”. No tengo aún la necesidad de utilizarlas.
Siempre he comentado que si dejamos de preguntarnos el por qué y el para qué de las cosas, cuando ya no nos interesa la verdad y nos conformamos en sentirnos bien y cómodos, si no buscamos la utilidad de las cosas y de las personas, cuando cambiamos las razones por las sensaciones, entonces cuando “desconectamos" del mundo online la vida se vuelve vacía y nos acecha el sinsentido en cualquier momento.
A nuestro alrededor cada vez nos encontramos con más personas que tienen la necesidad de cambiar de una experiencia a otra, de una novedad a otra, personas que se encuentran en un circulo vicioso de consumo que no les lleva a ninguna parte y que les va sumergiendo a cada uno en una aterradora soledad y en una incapacidad para ver a las demás personas y a su vida en toda su realidad.
Sí cada vez son más las personas que se encuentran en esa situación, la sociedad va perdiendo su capacidad reflexiva y se dedica a vivir solo en la inmediatez de buscar una gratificación instantánea, van aumentando las personas con ansiedad y depresión, porque nadie soporta esperar, nadie tolera ver frustradas sus expectativas. Nadie sabe ya aburrirse y por eso hay menos creatividad.
La gente no quiere pensar demasiado y esto lleva a que las ideas y la realidad se simplifiquen contribuyendo así una polarización social sin matices y sin comprensión. Y si además nos encontramos con que no tenemos raíces, ni tradiciones, ni unos vínculos sólidos donde cogernos, estaremos a merced de cualquier moda que surja a cada momento.
Por otra parte, vemos que existe como una especie de obligación de mostrarse siempre perfecto y feliz, para luego sufrir en soledad que nada de lo que muestro es real. ¡Cómo si la felicidad fuera vivir sonriendo y posando para una foto!  Y es que huir de la realidad nunca nos hace felices, solo distrae, porque siempre volvemos a tener que enfrentar lo real.  Las raíces de estos dilemas son más profundas de lo que suele pensarse y las nuevas tecnologías no lo han provocado, sino que lo han amplificado.
Todos hemos visto como hay personas que tienen terror de no estar conectados a internet. La primera pregunta que muchos hacen en cualquier lugar nuevo al que llegan es: ¿Tienen Wi-Fi?
La escasa tolerancia a la frustración, encuentra una válvula de escape en los teléfonos móviles: si estás aburrido, si estás estresado, si estás cansado, automáticamente te sumerges en la tablet o en el smartphone. Es el escape más rápido de cualquier situación desagradable.
Por otra parte, aunque hoy podemos acceder a un caudal incontable de información disponible, somos más vulnerables ante los contenidos falsos porque no se dispone de criterios para el discernimiento, ni se dedica tiempo a buscar fuentes o evidencias.
Todos lo que escriben en Internet así como los periodistas profesionales saben que cada vez menos gente lee un artículo completo, la mayoría deambula por los titulares y con suerte leen un poco el breve resumen que hay debajo del titular o algún párrafo marcado en negrita.
Todos opinamos a partir de titulares u opiniones y comentarios que no verificamos su origen, haciéndonos incapaces de llegar al fondo de las cosas.
Hoy se consumen pequeñas dosis de contenidos, “frases célebres” que dicen cosas obvias como si fueran grandes descubrimientos existenciales y cuesta mucho sostener pensamientos largos.
Curiosamente todos los expertos nos dicen que el mejor modo de aprovechar las nuevas tecnologías es saber vivir en un mundo offline. Esto no significa vivir desconectados, pero sí administrar la vida online para que esta no se vuelva “La Vida”, sino tan sólo un aspecto de nuestra vida.
El tema del uso de internet, de las redes y la adicción al teléfono móvil despiertan toda clase de debates y posturas extremas, desde la ingenuidad de que “es el mundo que viene”, hasta el pesimismo de que los celulares “nos destruyen el cerebro y la vida social”. Ni lo uno, ni lo otro.
Como tantas cosas de la vida humana, dependen del uso que le demos, de la madurez con que se las utilice, de la libertad que tengamos frente al mundo on line.
Cuando su uso está medido por la reflexión, el discernimiento y existe la libertad de desconectarse para priorizar los vínculos y la vida real fuera de internet, no es un problema sino una herramienta en un mundo hiper-conectado.
Nada más que una herramienta, no la vida misma. La vida siempre es mucho más rica que lo que publicamos, mucho más importante que lo que mostramos, mucho más valiosa que lo que otros puedan opinar.
Buenas Noches.

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