jueves, 30 de enero de 2020

¿por qué hemos de volver atrás?

“La imparcialidad es un nombre pomposo para la indiferencia, que es un nombre elegante para la ignorancia.” (G. K. Chesterton) 


Desde luego este jueves a sido un buen día, sol, temperatura agradable y un buen entrenamiento para Boston podrían ser los hechos más destacados, pero pasan muchas más cosas sobretodo si dedicamos un tiempo a no hacer nada, nada físico, porque nuestra mente no para.
Mañana celebraremos la festividad de san Juan Bosco desde las 08:08 horas en las que el sol empezara su trabajo.
Pensaba hoy en todas las desgracias que sucedieron en el siglo XX, y lo hacia a raíz del triste aniversario que estamos celebrando, el 75 aniversario del campo de concentración de Auschwitz, que unido a las dos guerras mundiales que sufrió Europa y la guerra civil que sufrimos los españoles nos muestran lo que no puede volver a suceder. Jamás.
Lo que estaba pensando es que por suerte estamos viviendo el periodo de paz más largo en la historia de Europa, y esto que es toda una bendición nos podría hacer pensar que es inverosímil que pueda volver a suceder. Si recordamos, Auschwitz es la monstruosidad del hombre destruyendo gratuitamente al hombre, degradándolo hasta reducirlo a la nada, borrándolo de la faz de la tierra como si nunca hubiera existido. Es el triunfo más aberrante del nihilismo. Por eso es preciso defender nuestra vida común para que algo parecido no vuelva a repetirse. Si ha sucedido, puede volver a suceder.
Cuando termino la Segunda Gran Guerra se hizo un esfuerzo por parte de todos para defender la dignidad de cada ser humano, que cristalizó en la Declaración de los Derechos del Hombre. No obstante, con el paso los años, estamos viendo que nos interesan cada vez más los derechos y cada día menos el hombre. Esto ya sucedió en Auschwitz.
Todos estamos de acuerdo en que la democracia es el mejor remedio contra la dictadura y, sin embargo, fue la democracia quien elevó al poder al tirano. La simple votación puede resultar fatal si el débil está en minoría y la mayoría se une contra él. La democracia es fundamental, pues defiende la capacidad de elegir, pero ha de haber algo anterior que ilumine nuestras elecciones.
Tenemos que volver a poner el interés por el hombre, tenemos que empezar otra vez. Lo conseguimos después de Auschwitz, ¿por qué hemos de volver atrás? Hay que andar con precaución con el mito del progreso. Progresar es avanzar, caminar hacia adelante. Es el camino de la vida. Andemos juntos, pero cada cual debe dar sus pasos.
Al final quien progresa no es la sociedad, sino las personas. Nos envilece lo mismo estrangular al indefenso en una caverna que dispararle con un láser en una astronave. Por eso, ciertas decisiones debemos adoptarlas cada uno. Cada cual debe hacer, pues, su propia valoración de la indiscutible valía de la condición humana.
Resulta que, antes de los quehaceres, está lo que somos. Por eso, antes de las libertades y los derechos, antes del hacer, está el que hace. Descubrir al hombre nos lleva a una libertad más plena que el mero acto de elegir: la libertad que acepta reconfortada lo recibido. Este es el principio del camino que debemos emprender, disfrutar y cuidar lo que hemos descubierto y recibido. Ya se que para muchos esto parece una concesión a la dictadura de la verdad.
Hoy se tiende a ver la verdad como un peso que aplastaría nuestra libertad poniéndole trabas y barreras. Unas trabas y unas barreras que nos separan de nuestros sueños y que pensamos que la tecnología nos permitirá traspasar, y para que nada se interponga en el quehacer de nuestra libertad: ¡haremos con el ser y la naturaleza lo que se nos antoje! Pero este presunto avance es un retroceso. La naturaleza, dentro y fuera de nosotros, es un gran regalo por cultivar, no por avasallar.
Estamos en unos momentos de debilidad de la dignidad de la persona, esa debilidad reclama nuestros cuidados.

Buenas Noches.

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