lunes, 28 de septiembre de 2020

Jueves 24 de septiembre de 2020.

 Dicen que los viajes ensanchan las ideas, pero para esto hay que tener ideas” (G. K. Chesterton) 

Jueves 24 de septiembre de 2020, todo el día en Santiago de Compostela y tan solo tres kilómetros con la bicicleta para llevarla a correos, un día de despedidas.

Ya sé que mi bicicleta no puede tener sentimientos, lo sé, pero debería de tenerlos. Porque pasamos momentos buenos y momentos de duras fatigas. Porque nos ayudamos y nos sentimos libres circulando por las carreteras. Porque me ha llevado en este viaje durante 1551 kilómetros. Porque vamos a separarnos después de 28 días y no me siento bien. Porque no sé cuándo la volveré a ver, y me preocupa.

Hay despedidas difíciles. Pues verla desmontada y metida en una caja me entristece, me hace pensar que tal vez se merecía volver a casa empujada por mis piernas. Pero no puede ser esta vez, y tenía que llegar la hora de decir adiós, y volvernos a ver dentro de unos días.

Se quedan tantos recuerdos de experiencias compartidas. Diálogos, si algunas veces le he hablado y tal vez discutimos en alguna ocasión, cuantos esfuerzos en común, momentos de dificultad, ayudas, proyectos que nos empujaban hacia nuevas metas. Todo esto no se puede compartir con un pedazo de metal.

El viaje debe terminar cuando ambos estemos en Pego. Y entonces, nuestra vida seguirá su camino. No termina nuestra relación, continuará durante todo el tiempo que me sea posible. Lo importante es ver lo bueno que hemos compartido durante tantos años para que siga marcando el presente y el futuro.

Este adiós deja abiertas muchas posibilidades en el reencuentro, muchos detalles que retocar: cambiar la cinta del manillar que se rasgó, equilibrar las ruedas, ajustar el cambio, revisar y tal vez cambiar las pastillas del freno y, empezar a preparar nuevos proyectos juntos.   

Espero que este sea un viaje más, y que dentro de unos meses cuando vuelva del Camino de Santiago nuestro siguiente proyecto sea, otra vez el proyecto de nuestra vida.

Nos tenemos que separar. Una última mirada y comienza la separación. La dejo con pena, pero también con la certeza de que lo bueno que hemos compartido mantendrá su fuerza ahora y en el futuro…

Ya solo quedaba comprar un billete de tren, pasar la tarde visitando Santiago y se podría decir que este viaje, casi, había llegado a su fin.

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