“Dicen que los viajes ensanchan las ideas, pero para esto hay que tener ideas” (G. K. Chesterton)
Lunes 7 de septiembre de 2020, este fue el día que después de recorrer 70 kilómetros llegue al Albergue de Castillblanco desde Horcajo de los Montes. Día bueno para el cicloturismo, subidas fuertes, ya desde la salida, carreteras perdidas por las montañas en medio de bosques con paisajes que si no hubiera sido por el excesivo calor hubiesen sido más agradables.
Una pena que Extremadura me recibiera con los pantanos casi vacíos aunque la belleza del paisaje se adivina fácilmente si hubiesen estado llenos.
Estaba pensando, en esas horas de pedaleo en las que estas disfrutando de todo lo que te rodea y te esta sucediendo, que si en vez de utilizar cualquier adjetivo habitual para estos casos utilizase la palabra “placer” estoy seguro que muchas personas lo asociarían al sexo o a disfrutes no muy bien vistos.
Pero el adjetivo “placer” es mucho más, por ejemplo puedo utilizarlo para describir la sensación de una fría cerveza después de una etapa dura, al igual que mientras me tomo la tapa de tortilla de patatas que la acompaña.
Nadie debería vivir sin tener algún placer y decir lo contrario no es muy razonable, los placeres que deberíamos de rechazar son los inmoderados y los que están en contra de toda razón.
El problema, por tanto, es el mal uso que hacemos de esos placeres que nos afectan, tanto a nivel físico como intelectual.
Tengo que recordar que además de lo corporal esta lo intelectual y espiritual. Un placer corporal no debe considerarse mayor que los intelectuales y espirituales, es más me atrevería a decir que es al revés.
Pero claro para que esto sea así se deben de conocer esos placeres espirituales e intelectuales para poderlos utilizar.
Veamos un ejemplo, la tristeza, hay personas que para remediarla utilizan el alcohol, una droga o el sexo, pero en cambio hay personas que leen un libro, escuchan música o salen a pasear en bicicleta.
Por esta razón muchas veces nos encontramos con que el remedio contra la droga, el alcohol o el sexo incontrolado no se encuentra en condenarlo o reprimirlo, sino en buscar las causas que provocan estas situaciones desgraciadas para remediar la causa ofreciendo soluciones alternativas que, al ser más razonables, resultan también más vivificadoras.
Se trata de no utilizar unos caminos equivocados para solucionar muchos de los problemas que nos encontramos.
Sólo desde una consideración positiva del placer se puede encontrar una alternativa que nos lleve al mismo lugar y no destruya esa felicidad que todos anhelamos, y que necesita de un poco de tranquilidad y sosiego para encontrarla.
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