¡Buenos días, corredores!
¡Disfrutad corriendo!
Una de las cosas que más me ha aportado este mundo de la carrera a pie
es la amistad, se hacen muchos amigos, es muy difícil que después de pasar
muchas horas entrenando y compitiendo con las mismas personas no surja un lazo
que nos una, una camaradería que nos permite compartir nuestros objetivos.
Y esto tiene su importancia sobre todo en una época en la que hay un claro deterioro de las relaciones, y es que no tenemos tiempo para nada, tal vez correr en compañía sea de los pocos momentos en los que podemos socializar, correr en compañía permite recuperar el espíritu de la amistad tan olvidado en estos tiempos.
Supongo que todos nosotros lo estamos experimentando o lo habremos
hecho, y es que compartir una hora, o solo treinta minutos cada día y no digo nada toda una
maratón con alguien que persigue nuestros mismos objetivos permite por lo menos
conocernos y trabar una amistad, es fácil que sencilla y un poco superficial
pero lo suficiente para que la podamos denominar, amistad.
Durante un entrenamiento se habla, y mucho, sobre todo si se corre a un ritmo lo suficientemente cómodo para poder hacerlo. Siempre se ha dicho que el mejor ritmo e entrenamiento es aquel que nos permite hablar con el compañero, porque garantiza que vamos lo suficientemente tranquilos para no llegar al agotamiento. Lo podemos comprobar en los entrenamientos en grupo que realizamos todas las semanas. Por lo tanto, aquí tenemos la clave. La conversación nos permitirá el ritmo ideal de crucero. Si vemos que al hablar jadeamos es que vamos demasiado deprisa, no tenemos más que bajar un poco el ritmo.
Lo importante es hablar, así se nos pasará el tiempo más rápido y
recuperaremos la costumbre perdida de conversar, el corredor que ha corrido
toda una maratón en una alegre y relajada charla sabe de lo que estoy hablando.
Hay una cosa que tengo clara y segura: y es que, si afrontamos con otra
persona o con un grupo todo un plan de preparación para una carrera y sobre todo para una maratón, habremos ganado unos hermanos,
habremos creado una hermandad. Las sensaciones y experiencias compartidas, los
sufrimientos superados conjuntamente y la alegría de haber conseguido un
objetivo común nos habrán hermanado posiblemente para toda la vida.
Uno de los retos más sugerentes que se le plantea a un corredor en
nuestra época es llegar a acabar una maratón, aunque sea uno solo en toda la
vida. Para lo cual no queda más remedio que correr con regularidad al menos
durante algunos meses. No hay otra solución. Y hacerlo en compañía es una gran
ayuda como lo comprueban los corredores que pertenecen a un club.
Terminar una maratón sin detenerse proporciona una satisfacción muy cercana a lo que me atrevería a denominar una auténtica satisfacción. No es cosa fútil, porque superarlo tiene connotaciones no solo deportivas. Por lo tanto, es sinónimo de fuerza de voluntad, de una disposición para afrontar desafíos desconocidos, de un deseo de conocer dónde están nuestros límites; es, en resumen, un deseo de poner a prueba nuestras plenas capacidades porque los entrenamientos no solo mejoran el aspecto físico, sino más aún la capacidad de superación psíquica, porque cuando llega un día y otro, y otro, que hay que salir a correr, que llueve, que no hay tiempo, que no apetece, todo esto hay que vencerlo y se supera mejor acompañado.
Si no, por muchas piernas que se tengan, nunca se podrá conquistar con
garantías la maratón, prueba que condensa en sus 42195 metros todo un tratado
de la vida.
No pongas la excusa que no tienes calidades para hacerlo. No te piden
ganar solo acabar, y para lo cual te dan todo tiempo del mundo. Miles de
personas normales y sin pararse hacen cada año un maratón. Solo tienes que
querer.
Yo, a partir de hoy, voy a dejar estos “Buenos días,
corredores” hasta finales de julio y, entonces volveré a estos “Buenos días,
corredores”, para preparar en vuestra compañía la maratón de Valencia. No van a
ser unos meses perdidos pues voy a estar pedaleando todos los días, así que en
julio espero tener el suficiente fondo para abordar el entrenamiento, no tendré
la velocidad, pero espero tener el tiempo suficiente para ir adquiriéndola y compañía
para que no se me haga muy pesado y largo.
En fin, mañana comienzo un viaje en bicicleta hasta Roma y volver, y
aunque me llevo, como no podía ser de otra manera unas zapatillas de correr,
lamentablemente no voy a tener tiempo ni para correr ni para escribir estas
pocas líneas cada mañana, la vida diaria de un ciclo-viajero no deja demasiado
tiempo para unas actividades que no sean montar y desmontar el campamento, comprar
y hacer la comida y todas las labores necesarias para mantener una higiene
adecuada y sobre todo ver todo lo que te rodea o sea hacer turismo, la vida al
aire libre suele ser muy intensa.
Nos vemos en julio, sed buenos y no paréis de correr.
No hay comentarios:
Publicar un comentario