¡Buenos días, amigos!
Esta
mañana me he despertado pensando en que, si el hombre ha sido creado, si todo
hombre nace con la misma dignidad, sin diferenciación ninguna, todo lo que existe
en la tierra y cuanto ella contiene es para uso de todos ellos. Por lo tanto,
si es así, todos los bienes deben llegar a todos en forma equitativa, eso sí,
bajo una estricta justicia y acompañada de la caridad.
Todo
lo que ha sido creado junto con nosotros no lo ha sido para que lo negocien y
disfruten solo unas minorías privilegiadas. El hombre al ser creado no se le
asignó ninguna preferencia, no se creo nada a favor de los guapos o de los
feos, ni a los hombres o las mujeres, ni a quienes seguían una determinada
religión u otra, ni a los altos o los bajos, ni a los blancos o los negros…
No,
todo lo creado ha sido puesto al servicio de todas y cada una de las personas
que habitan la tierra, porque todos somos iguales y todos tenemos derecho a
nuestra porción de la creación.
Todo
lo anterior, se puede entender en que todas las personas que habitamos la
tierra tenemos derecho a una parte de la creación que nos permita tener una
vida digna. Esto no es algo que me debo ganar, sino que es un derecho que
tengo como persona, en la medida que todos somos iguales en dignidad y, por
tanto, tenemos los mismos derechos.
Por
ello, contar con los recursos suficientes para llevar una vida digna es un
derecho de todas las personas y como todo derecho, conlleva la
correspondiente obligación de nuestra sociedad para garantizar que se haga
realidad. La materialización de este derecho se da en el cambio del objetivo
económico que se plantee nuestra sociedad.
Que
yo posea al menos lo suficiente es, precisamente, lograr que el destino
universal de los bienes, esto es, el derecho que todos tenemos a nuestra parte de
creación necesaria para vivir una vida digna se convierta en una realidad
en nuestra sociedad.
Hacer
todos los esfuerzos necesarios para construir una organización social y
económica que logre este fin es un desafío que tenemos los pensamos que hemos
sido creados iguales en dignidad para garantizar la libertad de los hombres
y que tengan posibilidades reales de realizarse como hombres.
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