¡¡¡Buenos días, amigos!!!
¿Cuántas
veces nos hemos sentido solidarios? Seguro que muchas veces nos hemos sentido
en la necesidad de adherirnos a un propósito de otros. Y es que la solidaridad
aparece muchas veces en nuestras vidas y eso que muchas veces tiene un horizonte
utópico pero que sabemos que nos llevará hacia la construcción de una mejor
sociedad.
Es lo
que se denomina muchas veces la “utopía del bien”, o lo que es lo mismo, intentar
hacer un mundo mejor, hacer una sociedad que se organice sobre unas bases de
bondad y con un orden social más solidario y justo.
Nuestra
solidaridad actúa de diversas formas en nuestra sociedad, nos puede surgir para
reducir en lo posible las diferentes injusticias que son evitables, es decir aquellas
desigualdades que son producidas por nuestra sociedad, por las estructuras
existentes o por las actitudes de las personas.
También
nos aparece cuando esas desigualdades son igualmente injustas pero inevitables,
porque no han sido producidas por las personas, sino que son consecuencias de
la propia naturaleza, de accidentes o de otras circunstancias no previsibles o
evitables por las personas (una enfermedad, un desastre natural, etc.) entonces
nuestra solidaridad tiene en cuenta esta situación y se centra en los más débiles,
atendiendo sus problemas y su situación injusta.
Y,
aunque no nos sea posible evitar la injusticia y las personas afectadas no
tengan en sus manos solucionar sus consecuencias, nuestra solidaridad ante la
posibilidad de no poder hacer nada producirá compasión, acompañamiento, cariño…
De modo que una situación desigual injusta e inevitable terminará
produciendo una situación de amor. Por eso la solidaridad permite que aparezca
la esperanza y la bondad en lugares y situaciones en los que aparentemente es
imposible que surjan estos sentimientos.
Se me
ocurre también, que la solidaridad aparece incluso en un acto de justicia. Ante
una situación en la que cada uno tiene lo que se merece, podemos tener la
capacidad de transformar ese escenario a favor de las personas más débiles. En
lugar de plantearnos ser corporativistas y de defender solo nuestros intereses en
contra de los de otros, se puede buscar colaborar en que esas soluciones justas
intenten favorecer más a aquellos que parten de una posición más desfavorable.
Con la
solidaridad se busca a la vez transformar la realidad para lograr que esa compasión
se convierta en misericordia, es decir, en poner el corazón en los más desfavorecidos.
Y así se puede complementar a la justicia ya que inclina la sociedad hacia
aquellos que tienen una posición más débil.
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