¡¡¡Buenos días, amigos!!!
Hace
unas madrugadas recordaba cómo la economía que estamos intentando seguir, así
como la base de su pensamiento esta cumpliendo uno de los objetivos que históricamente
están reservados para las religiones, o sea, que ofrecen una guía de como
recorrer un camino hacia la salvación.
Si
observamos con atención nos daremos cuenta como la economía actual nos muestra una
senda de mejora continua en algo tan fácil y sencillo de cuantificar como
aumentar sin cesar la cantidad de cosas que tenemos. Si lo miramos a nivel
global nos esta diciendo que hay que conseguir un crecimiento económico y a
nivel personal nos está diciendo que para ser más debemos tener más.
Nos mezcla
las ansias de mejora que tenemos todas las personas con la idea de progreso y
afirma que el progreso importante es el económico, olvidándose del progreso científico
y el de establecer un mundo más justo, por lo que la única manera de ir creciendo
cómo personas es que nuestros ingresos aumenten hasta llegar a un alto nivel de
bienestar material.
Todo
esto nos lleva a pensar que tener más es estar mejor y que para ello lo primero
es pensar en nosotros mismos. Ya que, nadie va a hacerlo por nosotros. Por eso
tenemos la necesidad de conocer qué es lo que me gusta, qué es lo que me
desagrada, qué es lo que me hace feliz y qué no.
Todo lo
pasamos por el filtro de mi bienestar porque al fin y al cabo es lo que me va a
hacer feliz. Para alcanzar una vida plena no me queda más remedio que conseguir
unos buenos ingresos que me garanticen un nivel económico adecuado y defenderlo
ante cualquier amenaza que los ponga en peligro. Y, entonces cuando tengo todo a
lo que aspiro ya podré vivir tranquilamente.
La economía
actual me asegura que siguiendo sus normas seré feliz, lograré esa salvación
que persigo y que la sociedad al tener cada vez más será, por tanto, un lugar mejor
para todos.
En
fin, unas ideas ante las cuales nos tenemos que parar a reflexionar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario