sábado, 8 de marzo de 2025

¡¡¡Buenos días, amigos!!!

     ¡¡¡Muy buenos días, amigos!!!

No sé en qué medida nos sentimos o en este caso me siento responsable de los demás; ¿tengo conciencia de ello?  O sea, ¿entiendo que debo ser solidario?

Parece claro que sí, ya que soy un seguidor del bien común y por lo tanto entiendo por solidaridad esa determinación de empeñarse en el bien común, o sea, por el bien de todos y cada uno, y es que al final todos somos responsables de todos. No se trata de un sentimiento que me surge alguna mañana o una manía que haga porque me apetece un día sí y otro no o porque tengo una sensibilidad especial. Es una exigencia ética que me anima a prestar ayuda, a saber que mi felicidad depende no solo de lo que me sucede, sino de lo que le sucede a los demás. Por lo tanto, voy a ser más feliz si los demás lo son también.

Para que esto pueda suceder, antes nos tenemos que dar cuenta de que los demás son personas iguales a mí, con mi misma dignidad y con el mismo valor que yo. Solo podré ser solidario si estoy a la misma altura, nunca lo seré desde la superioridad, si estoy por encima del otro.

Una de las consecuencias de ser solidario es asimilar de que hay que “estar con” mucho más que “hacer las cosas por”. Es importante acompañar, eso sí, desde la humildad y solo cuando acepte incondicionalmente la situación del otro, podre ser solidario. No se trata de poder ayudar o pensar que soy imprescindible para ayudar a esas personas, la verdadera solidaridad no es eso.

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