“Dicen que los viajes ensanchan las ideas, pero para esto hay que tener ideas”. (G. K. Chesterton)
Mañana empiezo a pedalear
hacia Roma, y desde que me llego la idea de realizarlo, lo recuerdo muy bien,
fue al ver al final del año pasado cuando el papa Francisco abría la Puerta
Santa, empecé a imaginar y soñar como debería realizarlo.
Ahora, después de ver
todo el proceso me viene a la mente lo necesario que es ver, creer y confiar en
lo que poca gente ve. Me parece fantástico como podemos ser capaces de ver y
soñar lo que todos los de a nuestro alrededor no ven ni sueñan, como somos
capaces de ver más allá de lo aparente, de lo superficial y ver todas las
posibilidades que hay detrás de una simple noticia en un telediario.
Qué pasaría en nuestra
sociedad, en nuestras relaciones, en nuestros proyectos, si fuésemos capaces de
superar esa primera mirada superficial o básica de lo aparente y fuéramos
capaces de descubrir la cantidad de posibilidades que hay detrás de cada
situación sin esperar a que alguien sea capaz de verlo, soñarlo y crearlo por
nosotros.
Qué pasaría si hiciéramos
lo mismo con las personas, si supiéramos ver más allá de las etiquetas y de lo
superficial y encontrar el potencial que se esconde detrás de cada persona.
Una de las características
que veo en los ciclo-viajeros es su capacidad para ver lo que nadie ve en una
sencilla ruta circular de muy pocos días por una zona en la que pasamos todas
las semanas, a soñar lo que nadie sueña ante unos días rodeado de un paisaje
que de tanto verlo ya no lo sentimos, a creer lo que nadie cree que pueda ser
capaz de darnos una maquina tan simple como una bicicleta y crear lo que nadie
está dispuesto a crear con tan poca cosa, un verdadero viaje.
Todas las personas
estamos invitados a no dar a nada de lo que la vida nos trae por perdido.
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