¡Buenos días, amigos!
Se
suele confundir muchas veces o, mejor dicho, muchas veces se cree que la
justicia y la misericordia son contrarias cuando no pueden serlo. Y es que, si tanto
la justicia como la misericordia son virtudes, no pueden ser contrarias.
Digo
todo lo anterior por una serie de reacciones que se están produciendo que se
basan y son inseparables a la ira justa. Reaccionamos con ira ante hechos que
entendemos que son injustos y esto es un problema. La injusticia es tan
generalizada, que, sí nos permitiéramos enojarnos por cada injusticia de la que
nos enteramos, estaríamos enojados todo el tiempo.
Estaría
furioso ante el racismo y el sexismo, ante la discriminación religiosa y el
despilfarro del gobierno, ante el consumo ostentoso a nivel personal y la
explotación de los trabajadores, ante la degradación ambiental y la crueldad
animal, ante la difícil situación de los refugiados, ante la violencia
doméstica, la trata de personas con fines sexuales y el abuso infantil, y así
sucesivamente. Si viviera así, estaría tan furioso por tantas cosas que apenas
habría diferencia entre mi supuesta buena fe y un lunático desquiciado. Me amargaria.
Por lo tanto, parece improbable que la ira, incluso la ira justificada, sea en
realidad algo bueno.
Existen
unos problemas ante la ira justa que nos llevan a una intolerancia furiosa por
parte de los que defiende una “intolerancia liberal”, la ironía aquí es que, en
nombre de la prevención de un conjunto de conflictos sociales, una parte de la
sociedad que se basa en el liberalismo tolerante amenaza con provocar otro. Hay
que tener claro que la tolerancia no es misericordia, sino parte de las
concepciones liberales de la justicia. Esto significa que, aunque parezca
sorprendente, el liberalismo tolerante actual es otra forma de lo que se llama política
de solo justicia. Y como toda política de solo justicia, puede ser inhumana con
quienes se le oponen y, con el tiempo, puede conducir a conflictos e
inestabilidad social.
Otro
día razonaremos un poco sobre la política de solo justicia. Pues la despiadada
inhumanidad que produce se debe de tener en cuenta, ya que siempre va a
conducirnos a buscar chivos expiatorios y nos llevará a una tiranía totalitaria.
Parece
claro que sin justicia significa sin paz, esto es cierto, pero no hay que pasar
por alto que, sin misericordia, no puede haber justicia.
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