“Lo correcto es lo correcto, aunque no lo haga
nadie. Lo que está mal está mal, aunque todo el mundo se equivoque al respecto”.
(G. K. Chesterton).
Hoy,
se nos termina mayo, y el sol está con nosotros desde las 06:38 horas, nos dejará
a las 21:19 horas, en este viernes que nos llevará a un fin de semana diferente
y alejado del mundanal ruido.
El
tema de la libertad del hombre no se termina nunca, ayer por la tarde en la
tertulia del café volvió a surgir, y es que si miramos el diccionario nos
encontraremos con varias definiciones aunque la que más me gusta es la primera:
1. f .
Facultad natural que tiene el hombre de obrar de una manera o de otra, y de no
obrar, por lo que es responsable de sus actos.
Pero
la definición, como no podía ser de otra manera. se queda corta, ya que la verdadera
libertad es mucho más que poder elegir. El poder elegir es una de las posibilidades
de la libertad. Podemos profundizar un poco más. “¿Qué es, por tanto, la verdadera
libertad? ¿Consiste tal vez en la libertad de elección? Ciertamente esta es una
parte de la libertad y nos comprometemos todos los días para que se asegure a
cada hombre y mujer. Pero sabemos muy bien que poder hacer aquello que se desea
no basta para ser verdaderamente libres y ni siquiera felices.
La
verdadera libertad es mucho más. Realmente, hay una esclavitud que nos encierra
más que una prisión, más que una crisis de pánico, más que una coacción de
cualquier clase: es la esclavitud a nosotros mismos, a nuestro ego.
El
yo puede llegar a convertirse en un tirano que nos esclavice allí donde nos encontremos
y nos produzca una fuerte opresión, existen muchos tipos de esclavitud externas
e internas. Efectivamente, hay personas que, aunque en la cárcel, viven en una
gran libertad de ánimo.
No
solo es problema de movilidad exterior, la que a veces nos esclaviza, sino
sobre todo la interior: Pensemos un poco en nuestras pasiones humanas: el goloso,
el lujurioso, el avaro, el iracundo, el envidioso, el perezoso, el soberbio… son
esclavos de sus vicios, que los tiranizan y los atormentan.
No
hay elección para el goloso, el estómago hipócrita nos hace golosos. Somos
esclavos de un estómago hipócrita. No hay tregua para el goloso y el lujurioso
que debe vivir del placer; el ansia de poseer esclaviza al avaro, siempre
acumulando dinero; la ira y la envidia arruinan las relaciones obligándolos a
hacer cosas que normalmente no harían.
Es
complicado tener verdadera libertad.
Feliz
Día.
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