“Lo correcto es lo correcto, aunque no lo haga
nadie. Lo que está mal está mal, aunque todo el mundo se equivoque al respecto”.
(G. K. Chesterton).
Parece ser que hoy vamos a ver poco el sol, aunque
desde las 06:41 horas estará detrás de las nubes esperando una oportunidad para
brillar, y lo intentará hasta las 21:14 horas.
Ayer por la tarde junto con el café tuve la ocasión
de volver a jugar una partida al “subastat” y aunque no soy muy aficionado a
las cartas tengo que decir que pase un rato agradable, aunque no tuve ocasión
de cantar ni una sola vez las “cuarenta” y ni por supuesto me quede ninguna
subasta, estoy seguro que por no saber jugar puesto que es muy difícil que en
toda la tarde las cartas no me fueran favorables ni una sola vez.
Entre ronda y ronda comentamos las elecciones a la
Unión Europea y la poca repercusión que están teniendo, aunque se comentó que
anteayer se realizó un debate en RTVE con los principales candidatos. Sea como
sea, de los que estábamos en la partida casi nadie tenía una idea clara de lo que
significa España en Europa, no tenemos claro lo que significamos los españoles
para la unión política, económica, social y para las relaciones entre los
europeos, sobretodo cuando estamos en una Europa que comparte espacios y vida
con muchas otras partes del mundo.
Eso sí, del problema de la naranja si que sabíamos,
pero de cómo nos vamos a tener que relacionar los españoles con tantos hombres
y mujeres, que no solo ya viven sino que vienen a Europa para quedarse, y que
son tan diferentes a nosotros en su forma de pensar y de actuar, de cómo van a ser nuestras relaciones con ellos y con los países de centro y norte de Europa,
de esto, sabemos muy poco.
Parece ser que solo hemos escuchado en los medios
de comunicación juicios ideológicos y de lo buenos o lo malos que son los
diferentes candidatos pero no sabemos para qué. Nadie o muy pocos partidos han
desarrollado una reflexión que nos indique por qué formar parte de Europa es
importante, por ejemplo, para formar una familia, o por qué nuestra dignidad
como personas será más fácil en Europa.
Tampoco se habla de cómo educar a jóvenes. Ni siquiera
nos dicen qué sentido tiene comprometerse por el bien común ni cual es ese bien
para Europa. Solo nos dicen las posibles ventajas económicas que vamos a tener
y cómo van a eliminar las desventajas que pudiéramos tener. Nada nos dicen de nuestra
seguridad existencial ni de cuál será nuestra capacidad de relación y de diálogo con el resto de los europeos a nivel de persona a persona.
Casi nada de eso he escuchado, desgraciadamente,
todo se queda tantas veces en insultos y en comparaciones de las bondades o
maldades de populismo de izquierda o de derecha. A dos días para las elecciones
europeas, poco he oído hablar de Europa, ya se que no es nada nuevo, pero ahora
es aún más triste porque Europa, que antes se daba por descontada, hoy está en
cuestión, y da la impresión de que no nos damos cuenta de lo que está en juego.
Y lo que está en juego es un potencial económico,
político y social, una realidad que no tiene igual en el mundo. Los partidos
que votemos en estas elecciones enviarán a sus diputados a Estrasburgo y estos
no se agruparán por países de procedencia sino por grupos políticos, más o
menos correspondientes a los diversos partidos europeos a los que los diversos
partidos nacionales están afiliados.
De modo que sus líneas de acción tendrán
que situarse necesariamente dentro de las líneas guías de estas formaciones:
las proclamas individuales pueden mostrar una intención más o menos sincera,
pero no más.
En fin, nos encontramos en un escenario global
donde los poderes mundiales dominados por un Trump demasiado favorable a
Europa, un Putin autoritario que la quiere dividir, y una China totalitaria que
quiere meter mano al plato, y nosotros, que tenemos que decidir el domingo si el
bien común de los países y de los ciudadanos lo promoverá mejor un parlamento europeo
renovado; que le de un valor a la persona, que nos asegure un estado de derecho,
una economía social de mercado, bienestar, subsidiariedad o un parlamento que
busque su autoliquidación.
Feliz Día.
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