“Lo correcto es lo correcto, aunque no lo haga
nadie. Lo que está mal está mal, aunque todo el mundo se equivoque al respecto”.
(G. K. Chesterton).
Vamos a esperar que esta niebla que ahora está impidiendo que no veamos la salida del sol a las 06:55 horas se disipe y nos
pueda alumbrar y dar calor hasta las 20:59 horas.
A veces hay situaciones que nos resultan especiales, en las que nos damos cuenta que lo que está sucediendo no es normal, sentimos y
experimentamos sensaciones que salen de lo habitual, y buscando una palabra que
lo pudiera explicar me encontré con la expresión; tener una experiencia mística.
He buscado un poco y me he encontrado con que la
gente tiene la opinión que el misticismo está por lo general asociado con una
experiencia religiosa extraordinaria y paranormal, esto es, visiones, revelaciones,
apariciones y cosas semejantes. A veces, efectivamente, este puede ser el caso,
como en Teresa de Ávila; pero estas son excepciones y no es lo común. Yo no me
refiero a este tipo de experiencia.
Me refiero a esas situaciones en las que entiendes
cosas con la ayuda de cosas que no se entienden, sin visiones, sin apariciones,
sin éxtasis, sólo la experiencia de cada día; pero con una diferencia. Me
refiero a ese instante, a ese segundo que es extraordinario, pero
extraordinario por su única lucidez y claridad, extraordinario porque durante
ese momento estamos extraordinariamente centrados, y extraordinario porque en
ese momento comprendemos, más allá de las palabras y la imaginación, de alguna
manera oscura e inconsciente, cosas que nos son incomprensibles.
Estoy seguro que todos nosotros tenemos
experiencias de esto hasta cierto grado. Todos nosotros tenemos experiencias
místicas, aunque claro está no todos somos místicos.
Yo puedo experimentar la belleza de un paisaje pero
no soy capaz de trasladar esa sensación en una pintura o en un poema o en una composición
musical. Puedo tener una profunda experiencia estética, pero no soy un gran
pintor, ni un gran poeta para dar una expresión estética de mi experiencia. Lo
mismo creo que vale para el misticismo. Un místico es alguien que puede dar
significativa expresión a la experiencia mística, exactamente como un artista
es alguien que puede dar adecuada expresión a la experiencia estética.
Nos suceden a menudo experiencias llenas de
misterio que se rodean de razones ocultas que no comprendemos y que sin embargo
aceptamos, es bueno aceptar el claroscuro de muchas situaciones. Tenemos
derecho a dudar de nuestras creencias, pero también derecho a creer en ellas
pues nos debe interesar más la verdad que buscar la coherencia. Y es que si nos
encontramos con dos verdades aparentemente contradictorias lo que debemos hacer
es aceptar las dos junto con la contradicción. Puedo admirar a la juventud por
serlo y a la vejez por no serlo, y es precisamente ese equilibrio entre
aparentes contradicciones lo que nos hace aceptar muchas cosas que no podemos
llegar a comprender del todo.
Podemos ante sensaciones especiales y dejarlas
pasar sin hacerles caso por que no las entendemos y no tienen una aparente lógica
pero podemos aceptarlas como una experiencia mística y intentar ser un aprendiz
de místico, podemos luchar por dar una expresión significativa y consciente a
los profundos movimientos que sentimos en nuestro interior; y, como un artista
aficionado, no seremos el Rembrandt ni Picasso de la vida espiritual, pero nuestros
esfuerzos pueden ser inmensamente útiles para clarificar los movimientos en nuestra
alma y psique.
Hay maneras de ser un aprendiz de místico sin
necesidad de saber mucho de misticismo pues solo nos basta con entregarnos más
conscientemente y deliberadamente a la práctica de muchas cosas cotidianas que sin
darnos cuenta nos satisfacen y que nos dan tranquilidad interior, como cuidar
las plantas, dar largos paseos, escuchar música, compartir un buen vino y una
conversación con la familia o los amigos, visitar a una persona que está
enferma, o incluso dedicarnos a un pasatiempo que rompa sanamente nuestras
ocupaciones diarias.
En fin, si lo pensamos un poco nos daremos cuenta
que cualquiera de nosotros que esté verdaderamente equilibrado y cuerdo sabrá
que tiene un toque de locura.
Feliz Día.
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