“Lo correcto es lo correcto, aunque no lo haga
nadie. Lo que está mal está mal, aunque todo el mundo se equivoque al respecto”.
(G. K. Chesterton).
Después de un intenso fin de semana, donde nos
hemos dedicado exclusivamente a que la “Volta a Peu a Pego” un año más fuese
una realidad, vamos a empezar una semana
más, y como todos los días lo haremos con la salida del sol a las 06:57 horas, que supongo nos alumbrara hasta
las 20:57 horas.
Ya somos conscientes de que vivir nuestra vida en
el sentido pleno de su expresión es a la
vez un desafío y un privilegio. Vivir la vida implica, en el plano existencial,
vivir buscando un conveniente equilibrio entre algunas actitudes que nos son aparentemente
contrapuestas y que, sin embargo, es posible armonizar, haciéndolas “sonar”
todas juntas igual que en una orquesta.
Nuestra actitud ante la vida implica que tengamos
que hacer muchas veces afirmaciones exultantes, pero también nos llevará a
realizar negativas contundentes. Ya se que sería mucho más fácil si se redujera
todo a un “Sí” continuo a cualquier experiencia con la que nos encontrásemos o
a un permanente “No” ante cualquier circunstancia que nos molestase un poco.
Pero es que, la simplificación hacia una opción que excluya uno de los extremos
es siempre una mutilación de la realidad.
La vida humana esta llena de paradojas, y es, mantener el equilibrio lo que expresa la clave de nuestra existencia. En la
vida nos encontramos con contradicciones de la propia realidad, la cual resulta
ser una combinación de cosas opuestas. Si lo habéis pensado alguna vez os habréis
dado cuenta que nuestra vida es una búsqueda por una parte de la auténtica verdad
y por otra de la sensatez, entre el sentido común o sanidad mental, lo cual
resulta ya suficientemente complejo y complicado de aunar sin contradicción.
Las personas somos amantes de la paz y a la vez de
la violencia, del amor y la guerra, del santo y del cruzado, de la sobriedad
ascética y el colorido místico. En efecto, el hombre es para unos vitalista y
para otros mortuorio, pesimista o bien optimista. Hay mucha más controversia
que nos puede llevar a pensar que somos contradictorios, somos orgullosos y
humildes, tan opuestos como defensores de la familia y a la vez del celibato, defendemos
que hay que tener hijos y a la vez defendemos el no tenerlos.
Pero el hombre ha encontrado la solución a todas
esas paradojas, una solución que no es encuentra en buscar el equilibrio entre
los contrarios en el punto medio, sino más bien en la colisión ardiente o
fogosa de los contrarios. Asumir radicalmente la vida y también la muerte, lo
humano y lo divino.
Puede parecer complicado y contradictorio pero hay
que pensarlo un poco para llegar a la conclusión de que hay que aceptar los
contrarios absolutamente y no intentar mezclarlos. Rechazar toda mezcla que
diluya y deshaga los contrarios, confirmando a los opuestos nítidamente, como
el blanco y el negro, condenando su fusión en la mezcla intermedia de un color gris,
operación propia de filosofías demasiado humanas o humanistas.
La clave está en mantener el color blanco en toda
su blancura y el negro en toda su oscuridad, en un equilibrio que no destiña a
ninguno de los dos, hay que querer al blanco, blanco y al negro, negro, y no cambiarlos
por un gris, pues en este caso habremos destruido el blanco y el negro.
Nuestra posición no debería de estar en el medio
sino desplazarse en un sentido o en otro tratando de mantener el equilibrio
dependiendo de la fuerza o poder que tenga en cada momento el blanco o el
negro, algunas veces nos acercáremos al blanco cuando el negro se expanda y en
otras nos acercaremos al negro cuando el blanco intente eliminar el color negro.
Parece complicado, pero no podemos dejar que desaparezca
ni el blanco ni el negro para quedarnos con el gris.
Feliz Día.
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