“Lo
correcto es lo correcto, aunque no lo haga nadie. Lo que está mal
está mal, aunque todo el mundo se equivoque al respecto”. (G.
K. Chesterton).
Hoy
como ayer parece que no vamos a ver el sol, aunque desde la 07:18
horas se encontrará detrás de las nubes esperando un pequeño
agujero para alumbrarnos, lo intentará hasta las 20:41 horas.
Ayer,
en el café de media tarde surgió en la conversación la rapidez con
la que se han recaudado los millones de euros necesarios para la
reconstrucción de Notre Dame mientras la gente se muere de hambre, y
no encontré justo meter los dos temas en el mismo “saco”.
Mi
opinión era que el problema de la pobreza y del hambre en el mundo
no se arregla con una donación, creo que es un problema de
desarrollo y que requiere un flujo permanente de recursos. Voy a
repetir ahora el ejemplo que expuse ayer; ¿de qué serviría la
donación de un hospital a un país que no contara con los recursos
para mantenerlo, pagar sueldos, comprar medicinas...? Hacer funcionar
un hospital en no mucho tiempo es más caro que el hospital mismo.
Si
nos encontramos con el problema del hambre en el mundo no se debe al
hecho de no poder producir la suficiente comida para todos, todos
sabemos la cantidad de comida que se tira y la que se destruye muchas
veces para mantener los precios, mientras que en otros lugares hay
personas que mueren de hambre o sufren mal nutrición. Tampoco se
debe a que no la podamos distribuir pues poseemos los medios
suficientes para ello, solo tenemos que darnos cuenta lo poco que
cuesta desplazar y distribuir cualquier producto procedente de China
o traer productos agrícolas a nuestras tiendas de la otra parte del
mundo.
Yo
creo que esta lo suficientemente claro que el problema del hambre en
el mundo no puede solucionarse sólo con el aumento de la producción,
pues esta es más que suficiente para alimentar a las personas que
sufren y mueren de hambre, lo cual tengo que decir que es un
verdadero escándalo.
Nos
falta voluntad, aunque tampoco sería suficiente la buena voluntad
para solucionar este problema, puesto que no hay que olvidar la
especulación económica, que en este momento condiciona el precio de
los alimentos, tratándolos como cualquier otra mercancía y
olvidando su destino primario.
Hay
que buscar la solución, según mi opinión, en colocar la dignidad
humana donde debe estar, mientras no comprendamos lo que se significa
la dignidad humana se pueden hacer pocas cosas. Mientras la dignidad
humana no sea el pilar sobre el cual construir estructuras capaces de
rellenar las diferencias que existen entre las personas, no se
conseguirá nada. No hay nada que hacer mientras se mantenga la
lógica del poder de unos pocos, que excluyen a la mayoría de la
población mundial y generan pobreza y marginación, disgregación
social y corrupción.
Entonces,
siguiendo este razonamiento, me encuentro con que el verdadero
problema es de convicciones y valores. No se trata de tener un poco
de compasión o tal vez de que se nos invite de vez en cuando a
compartir o a ayudar con un donativo a superar las adversidades que
se presenten. Significa más bien estar dispuestos a compartirlo todo
y a decidirse a ser buenos samaritanos, en vez de personas
indiferentes ante las necesidades de los demás. Sólo esta
conversión solucionará el problema del hambre en el mundo.
No
tengo más remedio que reconocer que el mundo está en desorden,
porque si lo analizamos un poco nuestro corazón está desordenado,
porque le falta el amor que podría mostrarle el camino hacia la
justicia. Mientras el ser humano no reconozca esta carencia, podemos
hablar mucho de solidaridad, pero es mentira, porque esa solidaridad
no pasa de ser un simple parche.
Feliz
Día.
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