jueves, 18 de abril de 2019

Jueves 18 de abril de 2019.


Lo correcto es lo correcto, aunque no lo haga nadie. Lo que está mal está mal, aunque todo el mundo se equivoque al respecto”. (G. K. Chesterton). 


Parece que va a ser muy complicado que nos alumbre el sol este jueves Santo, es una lastima que en este día tan señalado no nos acompañe desde las 07:20 horas hasta las 20:40 horas, a pasar de ello, debemos intentar pasarlo lo mejor posible y que no nos impida acudir a donde teníamos pensado.
Algo hay que decir sobre el incendio ocurrido en la Catedral de París, todos hemos lamentado este desastre seamos católicos o no. Hemos visto como rápidamente en todo el mundo a aparecido un movimiento de solidaridad, no solo en el terreno moral, sino también en el económico que a puesto en su lugar esa tercera parte tan olvidada del famoso lema de la nación francesa que es la fraternidad. Todos recordamos el lema oficial de la República Francesa; «Libertad, igualdad, fraternidad» (en francés, Liberté, égalité, fraternité) y como nos olvidamos continuamente del más difícil de cumplir que es la fraternidad.
El incendio de Notre Dame, sin olvidar su desastre cultural, he visto que a generado algunas reflexiones que pueden dar a entender una imagen de la Iglesia. Muchos se preguntan si este incendio no es una metáfora del estado actual que tiene la Iglesia y muchas de sus instituciones. También muchos ven una metáfora de una Iglesia, que como ha sucedido tantas veces, cae y se levanta. Es triste caer pero lo más grave es no levantarse. ¿La Iglesia cae? ¿los religiosos, los sacerdotes, los católicos caen? La gran pregunta sin embargo es; ¿se levantan?
En esta reflexión no podemos olvidarnos de que los templos son importantes, la belleza de los monumentos y que ellos hay hacen posible el culto, pero los católicos no debemos olvidar que el culto más importante a Dios es el que se le tributa en “espíritu y verdad”. Se necesitan los templos pero lo importante es lo que hay dentro de nosotros. Pues si hay espíritu nos mantendremos en pie. Si no hay espíritu, por más incienso, procesión, canto y piedra que haya, nuestra espiritualidad será pura apariencia. Será una contradicción: una espiritualidad sin Dios.
Los monumentos son importantes, sin lugar a dudas, pero son piedras muertas que pueden quemarse y reducirse a cenizas. Las otras piedras, las vivas, con las que se sostiene el templo espiritual son las personas y entre ellas las más importantes son los maltratados, los enfermos, los más desfavorecidos.
La respuesta a todas esas preguntas tal vez este en la que se ha dado ante Notre Dame en llamas: ¡Reconstruir, regenerar, renacer!
Feliz Día.

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