sábado, 27 de abril de 2019

Sábado 27 de abril de 2019.

“Lo correcto es lo correcto, aunque no lo haga nadie. Lo que está mal está mal, aunque todo el mundo se equivoque al respecto”. (G. K. Chesterton).  

Hoy, día de reflexión, reflexión que deberíamos hacer todos los días, el sol nos saldrá a las 07:08 horas y se nos marchara a las 20:49, en otro, espero, buen día de primavera.
Como estamos en el llamado día de reflexión, vamos a reflexionar, aunque no lo haremos sobre a que partido vamos a votar, aunque todo esta unido y es muy difícil separar lo que es político de lo que no lo es.
Las personas no somos únicamente individuos de un Estado sino que desarrollamos y formamos durante nuestras vidas parte de comunidades sociales que pueden ser más grandes o más pequeñas que, unidas y entrelazadas unas con otras formamos todo un país.
Si reflexionamos, lo podríamos comparar con nuestro cuerpo, que no se compone solamente de células aisladas sino que se agrupan y forman órganos diferentes, que realizan una serie de trabajos diferentes donde, siendo todo una unidad, existe diversidad.
Así, una célula de un músculo del dedo pulgar, al mismo tiempo, es de la mano, del brazo, del tren superior y del cuerpo entero, y todo esto sin dejar de ser del pulgar. Lo mismo sucede con la sociedad.
Si continuamos reflexionando un poco más, nos podremos dar cuenta que todas esas células o las diferentes comunidades de nuestra sociedad son de carácter natural, o sea que para aparecer no necesitan formar parte de un proyecto elaborado por un grupo de investigadores, sino que aparecen de la espontánea sociabilidad humana, que discrimina o distingue las diferencias y comunica lo que se relaciona.
Sería bastante curioso dejar de llamar mano a la mano y pie al pie solo para evitar menospreciar a ninguna célula. Y de igual manera resulta llamativo evitar reconocer esas comunidades intermedias y sus naturales jerarquías y potestades para reforzar que somos todos ciudadanos de un mismo Estado.
Al final, todos nacemos en una familia en la que hay padres, hermanos mayores y hermanos menores, es decir, con una jerarquía, potestades y autoridades diferenciadas. Además, vivimos en un entorno que tiene unas características propias diferentes a las del resto del país. También trabajamos en diferentes entidades y diferentes oficios y estudiamos en diferentes escuelas. Y, sin embargo, reconocer y valorar esta multiplicidad no atenta contra la idea de que somos un único país.
Si lo pensamos bien, cada una de estas comunidades sociales naturales que median entre el individuo solo y el Estado, que son las comunidades intermedias, enriquecen el país y limitan el poder del Estado de modo orgánico, evitando que cada individuo sea un ente atomizado frente a un mega Estado que se impone con todo su peso.
Por esto, se debería revalorar el papel de las comunidades intermedias, que ahora se asemejan a anécdotas del paisaje, y que retomen su protagonismo en la sociedad. Es interesante que cada una viva como lo que es y, como tienen una organización y una jerarquía, tienen también una autoridad natural que debe ser efectiva y no solo decorativa.
¿Y qué le impide a un Estado imponer lo que le venga en gana, si no hay comunidades intermedias naturales que, libres de la politiquería general, sean un contrapeso real?
En fin, reflexionemos y, ya mañana votaremos.
Por cierto, se me olvidaba, es fácil que alguien no entienda a lo que me refiero con comunidades intermedias, vienen a ser las asociaciones sociales, deportivas, culturales, comisiones de vecinos, asociaciones de padres, etc., en las que la persona se asocia libremente sin interferencia del poder público y político.

Feliz Día. 

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