martes, 16 de abril de 2019

Martes 16 de abril de 2019.

“Lo correcto es lo correcto, aunque no lo haga nadie. Lo que está mal está mal, aunque todo el mundo se equivoque al respecto”. (G. K. Chesterton).


El sol ya hace minutos que se encuentra entre nosotros, para ser más exactos lo hace desde las 07:23 horas, y mientras nos alumbre, deberíamos disfrutar de este hermoso día de primavera, las 20:38 horas será el momento en que nos abandonara.
Los acontecimientos que están sucediendo estos días en la campaña electoral van a hacer que tenga que olvidarme de mi deseo de no escribir durante estos días de nada sobre política. Los ataques a la libertad me van a obligar a ello.
Voy a dejar para los próximos días el desastre que sucedió ayer en Paris, pues ya sabéis que “Paris bien vale una misa”. Pero dejemos por hoy el incendio de Notre Dam y volvamos a nuestra libertad.
Si toda la gente que utiliza constantemente la palabra libertad la entendiera, no tendría que estar escribiendo una vez más para explicarla, que no defenderla. Estamos en unos momentos en los que mucha gente esta rendida a los encantos de la libertad, se creen libres cuando hacen lo que les viene en gana; pero eso no es libertad. Lo hemos dicho ya demasiadas veces, la LIBERTAD con mayúscula es otra cosa.
Las tendencias políticas de las últimas décadas nos han trasmitido un amor desmesurado por la libertad y lo que nosotros hemos hecho es quedarnos sin más con la palabra simplemente, sin profundizar en su sentido. De su auténtico significado nos hemos olvidado, le hemos ido quitando cualquier tipo de compromiso hasta hacerla prácticamente irreconocible. Muchos la entienden ahora como permisividad. A más permisividad más libertad, como si ambas fueran mitades de un mismo todo. Éste es el drama que atraviesa ahora la libertad.
La libertad que a la gente gusta ahora es la que da derecho a todo y nos dispensa de cualquier deber. Es la libertad exenta de responsabilidades y de cargas. Es la libertad del que dice: que me dejen ser libre para vivir mi vida y poder saciar mis deseos, libre para hacer con su cuerpo y con su vida lo que quiera, porque para eso es suyo. Libertad para probarlo todo. Se pide libertad para poder entrar en barrizales de accesos fáciles, aún a sabiendas de que una vez dentro va a ser imposible salir de ellos, porque encadenan de por vida. Libertad, libertad en todo y para todo. Esta y no otra es la libertad que a veces se predica, que a veces se bendice, que a veces se tolera.
Aspirar a ser libres sin ataduras de ninguna clase es un sueño que no vamos a poder ver como se convierte en realidad, así como pretender hacer y deshacer sin tener que responder por ello ante nada ni nadie es una indignidad.
La libertad, es la expresión máxima de la dignidad del hombre y va asociada al deber, a los compromisos y exigencias de nuestra Naturaleza Humana. Hay mucho que decir sobre la libertad.

Feliz Día.

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