martes, 30 de abril de 2019

Martes 30 de abril de 2019.

“Lo correcto es lo correcto, aunque no lo haga nadie. Lo que está mal está mal, aunque todo el mundo se equivoque al respecto”. (G. K. Chesterton).  

Vamos a por este martes, que nos servirá para terminar con abril y entrar en otro mes muy primaveral, y lo haremos con la compañía de nuestro sol desde las 07:04 horas hasta las 20:52.
Lo votado, votado está y ya veremos qué tal nos va a las personas como yo, que somos especialistas en ponernos, como se dice coloquialmente, de perfil, o sea que cumplimos con la obligación de decir algo y a la vez no comprometernos con ningún partido político para no molestar a nadie, no sea que se nos vayan a ofender.
Vamos a ver como nos va a los que pensamos que la política no se agota en los partidos y que si queremos algunos cambios en nuestra sociedad, esta se puede realizar desde la democracia participativa.
Ahora, que acabamos de ver las crisis de los partidos y la falta de esa democracia participativa, es cuando más necesario es intentar que nuestros políticos abandonen esas conductas y hábitos reprobables, y que permita desterrar el mal de la llamada  partidocracia. Es ahora una buena ocasión para apoyar a las organizaciones civiles para que impulsen la democracia de participación (que algunos confunden con ir reclamando consultas y referéndums).
Pienso que es en ese terreno donde hace falta construir un lugar de encuentro, una gran plataforma capaz de hacer llegar la concepción cristiana a la sociedad, a las instituciones y a los partidos. Ese puede ser el camino. Tener voz y opinión sin acudir a los partidos. Después la práctica dirá si eso funciona. 
Se nos esta invitado a implicarnos más en la vida pública, ya sea en partidos, sindicatos, ONG o asociaciones vecinales, se nos dice que se necesitan constructores de puentes, capaces de generar una cultura del bien común para afrontar los retos y problemas del país desde un espíritu inclusivo. Pero me da la impresión que esta fórmula no funciona todo lo bien que sería necesario.
Son frases hechas, y una forma de hablar que aparenta mucho y dice poco. Uno quisiera preguntar qué cosa es eso de ser constructores de puentes, por ejemplo. Unir a las personas, si, pero a ver a qué costa y a qué precio, porque unir a base de renunciar a principios siempre será una mala decisión. Tampoco sé muy bien qué cosa es eso de la cultura del bien común, deseada, al menos teóricamente, por absolutamente todas las formaciones políticas. Otra cosa es cómo pretende llevarlo a cabo en la práctica cada uno. Finalmente está bien eso del espíritu inclusivo. A quién no le parecerá bien. Lo que no se es hasta dónde hay que llegar.
Veo que me falta claridad en muchas mañanas, tal vez por prudencia, por falta de arrojo, por miedo o por moderación. Digo lo que creo que debo decir, pero lo digo de tal manera que no me comprometo a nada.
En fin, tal vez sea ese un camino demasiado largo, pero de momento me olvidare de los atajos.

Feliz Día.

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