jueves, 11 de abril de 2019

Jueves 11 de abril de 2019.

“Lo correcto es lo correcto, aunque no lo haga nadie. Lo que está mal está mal, aunque todo el mundo se equivoque al respecto”. (G. K. Chesterton).

 Aunque todos ya sabemos que estamos en primavera parece que la temperatura no termina de subir lo que esperábamos, y eso que el sol ya nos alumbra desde las 07:30 horas hasta las 20:33, horas más que suficientes para que disfrutemos de unos agradables días de primavera, ya sea por el viento o por las nubes la cuestión es que les falta “algo” a estos días.
Como mañana empieza la campaña electoral, y, como dije que no quería hacerme pesado con tanta política, ya que vamos a tenerla por todos los frentes, voy ahora a terminar de dar alguna opinión más sobre las elecciones, y así durante la campaña electoral intentare no escribir nada sobre las elecciones, aventura esta, que estoy seguro será complicada.  
Aunque nos de la impresión de que estas elecciones son presidencialistas, no lo son, no elegimos a un presidente de gobierno, sino a nuestros representantes en el Congreso. Al presidente ya lo elegirán los diputados electos.
Y este es uno de los problemas con los que me encuentro, a pesar de que legalmente esté establecida la libertad de conciencia y de voto del diputado, todos siempre votarán bajo la disciplina de voto, hasta el extremo de que, de no hacerlo así, pueden ser sancionados. Por lo tanto el diputado no representa a quienes lo hemos elegido, sino al partido. Y esto, si lo razonamos por un momento, es una anomalía democrática porque los partidos son cauces, instrumentos, pero no son fines.
Peor todavía. El partido a su vez se reduce a su líder y a un limitado entorno de personas. Mucho hablar de participación y de primarias, pero como hemos constatado a la hora de la verdad quienes dictan el orden de las listas, y por consiguiente, quien puede salir electo, es el secretario general o el presidente y poco más. Los titulares de los periódicos lo han descrito hasta la saciedad sin especial escándalo: “Sánchez sitúa como cabeza de lista…”, “Casado renueva…”, “Rivera cambia a la mayoría de…”, y lo mismo se puede decir de Iglesias y otros más.  Una sola persona hace y deshace.
Para resumir y terminar pronto. ¿Cuántas veces hemos hablado alguno de nosotros con algún diputado de nuestra circunscripción?, ¿en cuántas ocasiones hemos acudido a él para protestar, solicitar ayuda, proponer algo?  Pues si ese mecanismo no funciona, la democracia representativa es una ficción, un contrato en blanco. Y esa ausencia es grave, porque lo que justifica la democracia representativa es precisamente este servicio inexistente.
Ahora un poco sobre los programas electorales, que se han convertido en una suerte de engaño, que la mayoría de nosotros ya sumimos. Nos prometen una cosa antes de votar y nos traen otra a partir del día siguiente de las elecciones. Esto nos mina la credibilidad en la política y es una de las razones de la falta de confianza en los políticos.
Pienso que no estaría mal que existiera una instancia que validará la consistencia de los programas electorales. No las ideas, claro, sino las propuestas y las cifras que las avalan, y que informará públicamente de ello, y que nos dijera lo que son brindis al sol. Ya se que esto sería algo así como una revolución democrática pero es que sino estamos “vendidos”, y no tenemos más remedio que creer lo que nos dicen los dirigentes, sobre todo de los partidos por los que sentimos alguna preferencia, y, no creernos lo que nos dicen los partidos que nos gustan menos, la cuestión es que un ciudadano normal no tiene los recursos necesarios para saber lo que es cierto y lo que no lo es.
Puesto que ningún partido, ni nuevo ni viejo, propone algo parecido. No lo quieren, no les interesa. Voy a intentar hacer mis propias averiguaciones y ya decidiré a quien le doy mí voto.

Feliz Día.

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