miércoles, 24 de abril de 2019

Miércoles 24 de abril de 2019.

“Lo correcto es lo correcto, aunque no lo haga nadie. Lo que está mal está mal, aunque todo el mundo se equivoque al respecto”. (G. K. Chesterton).  


Parece que hoy si podremos disfrutar de un sol primaveral, y lo vamos a hacer desde las 07:12 horas hasta las 20:46, bastantes horas para ver si eliminamos un poco el exceso de humedad de los últimos días.
Por varios motivos se esta hablando mucho estos días de impuestos, y lo que tengo claro es de la importancia de los impuestos para promover el bien común así como la obligación que tenemos de contribuir solidariamente a ese justo desarrollo cumpliendo las obligaciones fiscales.  
Pienso que hoy en día debe haber pocas dudas sobre la importancia de la Hacienda Publica, tampoco creo que se tengan dudas de nuestra obligación de pagar impuestos, por lo que tenemos que intentar tener un sistema de impuestos que sea justo y suficiente, pues en caso contrario será difícil conseguir una sociedad que este lo suficientemente cohesionada.
También me gustaría recordar que los impuestos no son por lo tanto un  capricho de los gobiernos y un medio de enriquecimiento de los políticos, sino una pieza fundamental de nuestra sociedad para el desarrollo de servicios públicos y para una mayor cohesión social. Así que, el diseño del cuadro tributario de cualquier sociedad debería descansar, por tanto, sobre acuerdos comunes respecto a los servicios que la sociedad quiere y cómo deben ser financiados.
Hasta aquí creo que podríamos estar todos de acuerdo, pero vamos a complicarlo un poco, deberíamos de llegar a acuerdos que pusieran en claro que son lo bienes públicos y hasta donde llegan y decidir qué valores se quieren defender con el sistema impositivo.
Lo anterior es el centro de la mayoría de los problemas que surgen cuando se habla de impuestos, ya que implica un compromiso moral de toda la sociedad, pues no se trata simplemente de conseguir mayores ingresos públicos porque necesitamos gastar más, sino que los impuestos son la condición necesaria para financiar una inversión social suficiente para reducir la fragilidad y la vulnerabilidad en nuestra sociedad. Esta es la cuestión.
Supongo que en los debates de ayer y anteayer se debió de hablar de impuestos, no se las diferentes posturas, pero mi opinión es que cuando se hable de impuestos lo deberíamos hacer dirigiendo el mensaje no hacia que estamos obligados a pagar impuestos por que “nos obligan a pagarlos” sino explicar el papel de los impuestos como contribución a bien común, ese debe ser el objetivo, un bien común que por supuesto debe estar unido a una justicia social. Se tiene que hacer ver a las personas que el fraude fiscal, además de ser una practica inmoral, es a la vez regresivo y contribuye siempre a una mayor desigualdad pues impide alcanzar el bien común.  
 Si lo pensamos un poco nos daremos cuenta rápidamente que el fraude fiscal y el rechazo del papel social de los impuestos no son las únicas restricciones para que los impuestos puedan contribuir al bien común, puesto que tenemos evidentes desigualdades en el tratamiento fiscal que reciben las multinacionales, las nuevas empresas tecnológicas y las pequeñas empresas, que creando más empleo pagan más impuestos.
Es fácil, por tanto, que las diferentes ideas políticas contaminen la respuesta que debemos dar a todas esos problemas, pero acertar en la elección de nuestro sistema será, sin duda, uno de los factores que definirán la marcha futura de nuestra sociedad, puesto que de ella dependerá no sólo el papel de los impuestos en el sistema económico sino, sobre todo, la capacidad de la sociedad para no dejar en la cuneta a los menos beneficiados de los frutos del crecimiento económico.
La economía sólo puede ser liberadora si mira a la realidad con los ojos de los más pobres. El compromiso por la justicia económica implica la redistribución de los recursos económicos y en esa tarea es indispensable un sistema fiscal progresivo y suficientemente recaudatorio.
Los políticos que nos van a gobernar tienen que tener en cuenta las preferencias de los ciudadanos a la hora de adoptar las decisiones, atendiendo no sólo a los reproches y reticencias de amplios segmentos de la sociedad a ceder sus recursos para la mejorara del bienestar de otros ciudadanos sino a la necesidad de una mayor igualdad y redistribución.
Para garantizar, por tanto, los servicios de bienestar, básicos para la cohesión social, hacen falta recursos impositivos. Si se quiere promover un mayor bienestar es inevitable un nivel mayor de presión fiscal.
Y la búsqueda de un sistema fiscal que sea justo nos daría mucho que hablar. Tal vez otro día.

Feliz Día.

No hay comentarios: