“Lo
correcto es lo correcto, aunque no lo haga nadie. Lo que está mal
está mal, aunque todo el mundo se equivoque al respecto”. (G.
K. Chesterton).
Esta
claro que se nos marchado la Semana Santa y no hemos podido ver el
sol, hoy tampoco, y eso que ha acudido a su cita todos los días, hoy
lo volverá a hacer a las 07:16 horas y se marchará a las 20:43,
menos mal que su insistencia al final tendrá su recompensa y tal vez
después de Pascua ya esté otra vez con nosotros.
Los
días grises y de lluvia parece como si nos invitarán al silencio y
a la reflexión: de repente el día se nos hace más corto y la
lluvia nos obliga a no realizar lo que teníamos pensado, nos
quedamos en casa más de lo normal y pensamos, lo que siempre esta
bien.
Y,
estos días he reflexionado sobre el hecho de que varias de mis
personas favoritas son agnósticos, amigos y amigas que veo que se
enfrentan a la vida con honestidad y coraje sin fe en un Dios
personal. Son en realidad mayormente estoicos, que han llegado a la
conclusión de que Dios pudiera no existir y que quizás la muerte
sea el final para todos.
Veo
esto, en personas que admiro profundamente y quienes tienen mucho que
enseñar sobre el significado de escuchar y respetar el alma humana.
Pero
aquí hay algo que no admiro: mientras que enfrentan con valentía lo
que supondría para mi el que Dios no existiera y la muerte acabara
con mi existencia personal, ellos no se plantean la pregunta de si
Dios existiera y con la muerte no acabara nuestra existencia
personal, con la misma valentía. ¿Y si Dios existe y los postulados
de mi fe son verdaderos? También deberían plantearse esta pregunta.
Yo
creo que Dios existe, no porque nunca haya tenido dudas, o porque
haya crecido y haya sido criado por personas cuyas vidas les hizo ver
la vida de esa manera, o porque constantemente a lo largo de la
historia una amplia mayoría de la gente que vive en este planeta
crea en Dios. Yo creo que existe un Dios personal por más razones de
las que soy capaz de nombrar: lo que hay en mi propio corazón que
nunca me ha dejado de decir que hay algo más; la asombrosa
profundidad y las enseñanzas de Jesus, las profundas apreciaciones
que hay en otras religiones; la experiencia mística de incontables
personas; mi sentido de conexión con los seres queridos que han
fallecido; las cosas que se por intuición y que van más allá de
toda lógica racional; el hecho de que la esperanza nunca muere, el
inquebrantable imperativo que sentimos dentro de nosotros mismos de
reconciliarnos con otros antes de morir; y si, la infinita hondura
del corazón humano.
Creo
que Dios existe porque esa fe ya nos trasforma; al menos en la medida
en que nosotros la trabajamos. La existencia de Dios se demuestra
verdadera en la medida en que la tomamos en serio y vivimos nuestras
vidas frente a ella. En pocas palabras, estoy feliz y en paz en la
medida exacta en que me arriesgo, explícita o implícitamente, a
vivir una vida creyendo en Dios.
Nada
de esto, por supuesto, prueba la existencia de Dios con el tipo de
prueba que encontramos en la ciencia o las matemáticas; pero a Dios
no se le encuentra al final de una prueba empírica, una ecuación
matemática, o un silogismo filosófico. A Dios se le encuentra
viviendo una vida buena, honesta, misericordiosa, desinteresada,
moral, y esto puede suceder dentro o fuera de la religión.
Pero
hay una constante: estamos felices o tristes en proporción directa a
nuestra fidelidad o infidelidad a lo que es uno, verdadero, bueno y
hermoso. Lo sé por experiencia: Estoy feliz y en paz en la medida en
que tomo en serio mi fe y la vivo con fidelidad; cuanto más fiel
soy, más en paz estoy, y viceversa.
Unido
a todo esto, hay que recordar que también hay una cierta "ley
del karma", es decir, el universo nos devuelve moralmente
exactamente lo que le damos. Lo que damos es lo que vamos a recibir.
Si doy egoísmo, egoísmo es lo que recibiré; si doy amargura, eso
es lo que encontraré a cada paso; por el contrario, si doy amor,
gracia y perdón, me serán devueltos en la medida exacta en que los
dí.
Las
personas podemos ser muy inteligentes y saber muchas cosas, y sacar
nuestras conclusiones pero la buena sabiduría se obtiene teniendo
respeto a varias cosas: La sabiduría es tener un respeto por el
conocimiento; la sabiduría es un respeto por la honestidad y la
estética; y la sabiduría es un respeto por el misterio. Pero hay
uno más; la sabiduría es un respeto por Alguien.
Feliz
Día.
No hay comentarios:
Publicar un comentario