“Lo
correcto es lo correcto, aunque no lo haga nadie. Lo que está mal
está mal, aunque todo el mundo se equivoque al respecto”. (G.
K. Chesterton).
Hoy
el sol nos alumbrará, como nos tiene tan bien acostumbrados, hasta
las 21:30 horas y será en parte responsable de la buena temperatura
que vamos a disfrutar, aunque es bastante fácil que tengamos también
calor.
Una
de los aspectos de la vida que cada vez veo que son más complicados
de llevar a cabo consiste es saber utilizar correctamente lo que
tenemos y evitar apegarnos a ello, por si fuese necesario poderlos
utilizar al servicio de los demás.
Muchos
de nosotros estamos viviendo y trabajando sin descanso para poseer
aquello que tanto nos ilusiona, un coche, joyas, ropa, aparatos, etc.
y nuestra vida se mueve alrededor de ese compás, sin embargo si no
tenemos cuidado puede llegar un momento en que a pesar de la
insatisfacción que nos produce llenarnos de cosas, pretendemos que
éstas llenen un vacío interior.
A
veces en broma, pero muchas veces en serio hemos escuchado decir de
alguien: “quiere más a su coche que a (…)”, “ni se te ocurra
tocar sus (…) porque tendrás problemas”, “ni se lo pidas,
jamás te lo prestará”, “ todo su dinero lo ocupa para (…)”,
etc., y todas ellas reflejan a una persona con apego inmoderado por
lo que tiene. Debemos recordar que las personas y su bienestar ocupan
el primer lugar en nuestras necesidades, antes que nuestra persona
misma o lo que poseemos.
Existen
personas que materialmente ponen el corazón en las cosas materiales.
A veces por los recuerdos que evocan, pero en otras debido al valor
económico que tienen o simplemente por el trabajo que supuso
adquirirlos. Me estoy refiriendo al apego que se suele tener a las
cosas y no a lo que tiene que ver con el hecho de cuidarlas y hacer
un buen uso de ellas.
Cuando
apreciamos más a las cosas que a las personas es cuando no
entendemos que debemos compartir lo que tenemos, o lo hacemos de mala
gana. El desprendimiento supone un esfuerzo para superar ese
sentimiento de posesión y exclusividad de lo que poseemos para
ofrecerlo gustosamente a los demás.
No
hay que confundir la generosidad con el hecho de deshacernos de todo
aquello que no utilizamos, que es inservible o se ha convertido en un
estorbo, esta actitud si la analizamos un poco, nos daremos cuenta
que manifiesta poco respeto por la persona que lo recibe,
independientemente de su condición y situación actual.
Puede
parecer que me estoy refiriendo solo a objetos, pero nuestros
recursos van más allá de lo que se puede tocar, poseemos
conocimientos, cualidades y habilidades que muchas veces nos cuesta
trabajo poner a disposición de las personas, porque requiere
prescindir de nuestro descanso, gustos, preferencias y comodidades
para llevarlas a efecto.
El
valor del desprendimiento ayudará a nuestra sociedad al convertirnos
en personas más altruistas y generosas, brindará un mejor ambiente
en nuestras relaciones con amigos y familiares y nos convertirá en
personas que tienen el corazón puesto en el lugar correcto.
Feliz
Día.
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