“Lo correcto es lo correcto, aunque no lo haga
nadie. Lo que está mal está mal, aunque todo el mundo se equivoque al
respecto”. (G. K. Chesterton).
Ya ha amanecido, desde luego tenemos que
reconocer lo temprano que hay que levantarse para ver la salida del sol, casi
no tenemos tiempo para prepararnos el café con el que nos gusta estar
acompañados mientras admiramos el espectáculo. Hoy ha sido a las 06:35 horas y
la puesta de sol será a las 21:26 horas.
Algunas
veces podemos ser demasiado positivos delante de los grandes problemas que nos
rodean, pero si reflexionamos un momento, nos daremos cuenta que vivir en positivo
no es negar las dificultades o adversidades. No es engañarse y vivir en sueños
irresponsables. No es querer ocultar los problemas, sino sublimarlos.
Podríamos
decir que la vida en positivo es valorar aquello que se tiene pero que aun no
se descubrió. Es estar al acecho de la felicidad verdadera, que no es otra cosa
que confiar en la importancia de lo cotidiano, de saber cual es nuestra posición
en el mundo y cual es nuestra proyección hacia los demás.
Es
no derrumbarse y perder la esperanza ante la falta de ilusión. Es saber, que cada
palabra, cada gesto, cada llamada telefónica, cada decisión, deben ser la cosa
más hermosa de nuestra vida. Cada momento de nuestra vida debe ser el primer momento,
el último momento, el único momento.
Hay
que darse cuenta que nuestros esfuerzos, aunque no den resultados, nuestras
cosas más pequeñas, más simples o más ingenuas, son también realmente cosas
grandes, las nuestras, las que hacemos únicamente nosotros, sin que exista
posibilidad de que sean reemplazadas, ser conscientes de esto es lo que nos
hace ser positivos.
Con
una mentalidad positiva, descubrimos de “forma anticipada” algo que sabemos que
recibiremos o que viviremos, pues pensamos que lo mejor está por venir, y somos
capaces de apreciarlo de antemano, y por lo tanto “ya” podemos empezar a disfrutarlo.
Ya
se, como sucede muchas veces, que me podéis decir: “¡Claro! Es fácil decirlo,
pero hay que vivirlo, hay que sentir en carne propia las frustraciones, las
dificultades y penurias.” Y es verdad, tenéis razón, es más fácil decirlo. ¿Y?
¿Es que eso invalida querer elevarse y luchar por superar lo que nos aflige?
¿Superarnos nosotros mismos?
Lo
que pasa es que muchas veces, nosotros mismos somos cómplices inconscientes de
una actitud negativa. Nos dejamos influenciar y permitimos que los pesimistas
nos ahoguen. Nos llenamos de los programas de noticias que se regodean patéticamente
en los desastres y en los sufrimientos. Nos centramos únicamente en los pesares.
Muchas
veces pensamos y transmitimos incansablemente los aspectos negativos de los
sucesos, de las personas, de las circunstancias. Transformamos todo en trágico.
Así
las cosas, nos quedan dos caminos: o atrincherarnos en el resentimiento y a la
autodestrucción que lleva consigo, o simplemente vivir amando a las personas,
ser feliz y hacer feliz a los demás.
No
nos engañemos. El dolor es parte integrante de la felicidad.
Feliz Día.
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