viernes, 28 de junio de 2019

Viernes 28 de junio de 2019.

“Lo correcto es lo correcto, aunque no lo haga nadie. Lo que está mal está mal, aunque todo el mundo se equivoque al respecto”. (G. K. Chesterton).  

Hoy estamos teniendo sol desde las 06:38 horas hasta las 21:30, exactamente igual que ayer, en este aspecto el día de hoy no va a ser diferente al de ayer.
Hace días que estoy intentando organizarme para poder preparar un viaje, y me he estado dando cuenta de la importancia que la tecnología ha adquirido, no solo para organizar y preparar un viaje sino también en lo importante que es a la hora de viajar, prácticamente me será imposible irme sin llevarme no algo de la nueva tecnología sino bastante tecnología.  
Y, esto me esta haciendo recapacitar; estoy viviendo en un mundo absolutamente tecnificado, o al menos mí mundo esta bastante tecnificado. Desde que me levanto hasta que me acuesto todo esta organizado alrededor de un cable, de un botón o de que haya o no cobertura.
Ya se que todo esto supone un avance, pero me parece que “no es oro todo lo que reluce”, o al menos, a mí no me lo parece. Toda la técnica que nos rodea nos facilita la vida pero con el riesgo de volvernos menos humanos. Lo que se ha inventado para servirnos se esta convirtiendo en nuestro dueño y con el peligro de convertirnos es sus esclavos. Pensad un día sin luz o sin cobertura. Y pensad también en como la técnica nos ha convertido en esclavos de la prisa, de la inmediatez, todo se debe realizar rápido.
 Y, una de las consecuencias de estar nuestra vida invadida por la tecnología moderna, es que ya no pensamos, o que lo hacemos cada vez menos, sobre las grandes y eternas cuestiones de la humanidad. La máquina nos obliga a mirar lo que está cerca y no nos deja lanzar la mirada a lo lejos. Sabemos mucho de todo, lo podemos consultar y comprobar casi todo, pero nos desconocemos a nosotros mismos cada vez más.
No quiero y no pretendo demonizar todo cuanto de bueno nos aporta la ciencia aplicada a las diversas cuestiones técnicas o, como ha hecho alguno, de declarar una guerra a muerte a todo lo que lleva el sello de la máquina y la tecnología. Yo no encuentro ningún problema en la tecnología en sí, sino el uso que de ella hacemos o en lo que nosotros la convertimos.
Lo que quiero decir, sencillamente, es llamar la atención contra la tecnificación de nuestra vida y la pérdida de aquellos valores que la hacen, precisamente, más noble y humana. No es la máquina, en sí, la que nos oprime, sino ese “hombre light” y hueco en su interior, desintegrado por dentro, el que se rinde a la cosificación.
No olvidemos que lo primero es el hombre, que el hombre no es sólo un cuerpo con unas necesidades básicas que cubrir. Dentro de su ser aloja una sed irreprimible que lo lleva a mirar más allá del horizonte de sus objetivos, hacia lo espiritual y lo cultural, y al final hacia la eternidad.  

Feliz Día.

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