“Lo
correcto es lo correcto, aunque no lo haga nadie. Lo que está mal está mal,
aunque todo el mundo se equivoque al respecto”. (G. K. Chesterton).
Hoy estamos teniendo sol desde las 06:38 horas
hasta las 21:30, exactamente igual que ayer, en este aspecto el día de hoy no
va a ser diferente al de ayer.
Hace días que estoy intentando organizarme para
poder preparar un viaje, y me he estado dando cuenta de la importancia que la
tecnología ha adquirido, no solo para organizar y preparar un viaje sino
también en lo importante que es a la hora de viajar, prácticamente me será
imposible irme sin llevarme no algo de la nueva tecnología sino bastante
tecnología.
Y, esto me esta haciendo recapacitar; estoy
viviendo en un mundo absolutamente tecnificado, o al menos mí mundo esta
bastante tecnificado. Desde que me levanto hasta que me acuesto todo esta
organizado alrededor de un cable, de un botón o de que haya o no cobertura.
Ya se que todo esto supone un avance, pero me
parece que “no es oro todo lo que reluce”, o al menos, a mí no me lo parece. Toda
la técnica que nos rodea nos facilita la vida pero con el riesgo de volvernos
menos humanos. Lo que se ha inventado para servirnos se esta convirtiendo en
nuestro dueño y con el peligro de convertirnos es sus esclavos. Pensad un día
sin luz o sin cobertura. Y pensad también en como la técnica nos ha convertido
en esclavos de la prisa, de la inmediatez, todo se debe realizar rápido.
Y, una de
las consecuencias de estar nuestra vida invadida por la tecnología moderna, es
que ya no pensamos, o que lo hacemos cada vez menos, sobre las grandes y
eternas cuestiones de la humanidad. La máquina nos obliga a mirar lo que está
cerca y no nos deja lanzar la mirada a lo lejos. Sabemos mucho de todo, lo
podemos consultar y comprobar casi todo, pero nos desconocemos a nosotros
mismos cada vez más.
No quiero y no pretendo demonizar todo cuanto de
bueno nos aporta la ciencia aplicada a las diversas cuestiones técnicas o, como
ha hecho alguno, de declarar una guerra a muerte a todo lo que lleva el sello
de la máquina y la tecnología. Yo no encuentro ningún problema en la tecnología
en sí, sino el uso que de ella hacemos o en lo que nosotros la convertimos.
Lo que quiero decir, sencillamente, es llamar la
atención contra la tecnificación de nuestra vida y la pérdida de aquellos
valores que la hacen, precisamente, más noble y humana. No es la máquina, en
sí, la que nos oprime, sino ese “hombre light” y hueco en su interior,
desintegrado por dentro, el que se rinde a la cosificación.
No olvidemos que lo primero es el hombre, que el
hombre no es sólo un cuerpo con unas necesidades básicas que cubrir. Dentro de
su ser aloja una sed irreprimible que lo lleva a mirar más allá del horizonte
de sus objetivos, hacia lo espiritual y lo cultural, y al final hacia la
eternidad.
Feliz Día.
No hay comentarios:
Publicar un comentario