“Lo
correcto es lo correcto, aunque no lo haga nadie. Lo que está mal está mal,
aunque todo el mundo se equivoque al respecto”. (G. K. Chesterton).
Nos enfrentamos hoy al día más largo del año, un día
en que nos vamos a despedir a las 17:54 horas de la primavera y daremos la
bienvenida al verano, así que desde las 06:36 horas hasta las 21:29 horas
podemos afirmar que hoy el sol es el dueño y señor.
En estos días me he encontrado con uno de los
dilemas más difíciles que puede afrontar un ser humano, como reaccionar al sufrimiento
de una manera racional.
Hay quienes afirman no creer en Dios y lo
justifican diciendo que si efectivamente existiera un Dios todopoderoso, no
podría permitir el sufrimiento de muchas personas a causa de enfermedades,
muertes, accidentes o injusticias. Otros piensan ante el problema del mal que siempre
está a nuestro alrededor, que si Dios existe no se ocupa de nosotros.
La cuestión es desconcertante cuando vemos que
sufren los inocentes y triunfan los culpables, pero comprendemos que algo se
nos escapa, debe haber algo que no vemos. La clave seguramente está en buscar
siempre algo positivo, y es probable que esto parezca una locura.
Meditemos, no obstante, en las veces que vemos como
los padres hacen sufrir a sus hijos. Los hijos se rebelan y no entienden esas normas,
los límites que les ponen a su libertad, las exigencias de que estudien, trabajen
y dejen de hacer el vago, las advertencias respecto a lo que beben, fuman o
trasnochan o las amistades que frecuentan. Pero estas contrariedades que les
causan, no hay duda de que son por su bien.
Algo se nos retuerce a todos por dentro cuando
vemos lo que sufren personas inocentes y que no se merecen ese sufrimiento y
cómo triunfan los malos, ya sea en la vida real o en una película. Nuestro innato
sentido de la justicia se rebela cuando el inocente sufre, es apaleado, torturado
y muerto y pensamos en la necesidad de que haya algo más allá. Que las buenas
personas sufran y que los verdugos no triunfen sobre sus víctimas, es una necesidad
para que el universo entero tenga sentido.
Nuestro viejo refrán de que no hay mal que por bien
no venga, intuye que de alguna forma se utiliza el mal en nuestro beneficio. Yo
estoy seguro de que todas mis alegrías y sufrimientos, suceden para mi bien, un
bien definitivo que estoy seguro no conseguiré ni aquí ni ahora.
Feliz Día.
No hay comentarios:
Publicar un comentario