“Lo
correcto es lo correcto, aunque no lo haga nadie. Lo que está mal está mal,
aunque todo el mundo se equivoque al respecto”. (G. K. Chesterton).
Vamos a disfrutar del sol desde las 06:37 horas
hasta las 21:30, como veis estamos en los días más largos del año, así que a
disfrutar.
Continuamos un día más con el reguero de noticias
sobre los pactos entre los partidos políticos para la formación del gobierno,
no solo de la nación sino también de alguna comunidad autónoma. Y una de las
curiosidades con las que me he encontrado son las declaraciones que se vienen
repitiendo en estos días de que “todos los escaños, tanto de parlamentos
autonómicos como de las Cortes Generales son legales y legítimos”.
Es verdad, se tiene razón cuando se dice que todos
los escaños son legales y, de hecho, la primera definición de “legítimo” que
nos encontramos en el diccionario es: Conforme a las leyes. Pero sabemos que algo
puede ser legal y moralmente reprobable.
La democracia en España ha demostrado ser capaz de
atacarse a ella misma, otras naciones, igual de democráticas, ilegalizan los
partidos secesionistas. Y nadie se rasga las vestiduras. Aquí se las rasgan por
la aparición de un partido, que por ejemplo defiende no solo la unidad de
España sino que intenta limitar los ataques contra dicha unidad.
Otro ejemplo, lo queramos o no, un partido como
Bildu está asociado a ETA, lo que sucede es que tenemos una memoria muy
olvidadiza y la sangre de las víctimas del terrorismo no se debería de olvidar,
pero ¿a cuántos de los millones de españoles que han votado les importa esa
circunstancia?
He ahí uno de los problemas de nuestra sociedad. La
gran mayoría de votantes son más fieles a sus partidos que a la nación a la que
pertenecen.
¿Se debe aceptar como normal algo así? Posiblemente
no. De hecho, un pueblo que vota a quien ataca su democracia tal vez no la
merezca.
Feliz Día.
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