“Lo
correcto es lo correcto, aunque no lo haga nadie. Lo que está mal está mal,
aunque todo el mundo se equivoque al respecto”. (G. K. Chesterton).
Voy a realizar un cambio en el horario de los
“Buenos Días”, por lo que en realidad debería de pasar a denominarlos “Buenas
Tardes”, pero van a ser unos “Buenos Días” que se dan por la tarde, y es qué
debido al calor y a la necesidad de entrenar me veo en la necesidad de utilizar
las primeras horas del día para entrenar y las horas después de la siesta para
escribir. Momento también en el que me tomo un “cortado”.
Así que hoy vamos a tener sol hasta las 21:30
horas, todavía muchas horas por delante.
Detrás de cada decisión que tomamos siempre hay un
criterio, un principio, un motivo que consideramos bueno y que elegimos conscientemente.
Cómo realizar el cambio de horario de estos “Buenas Días”. Toda acción que
realizamos està relacionada con un principio. He cambiado la hora (acción)
porque considero que es bueno para mi entrenamiento (principio).
Pero no siempre es así de sencillo, nos encontraremos
muchas veces en que la “acción” y el “principio” chocan entre sí y no resulta
fácil tomar una decisión ni emprender acciones que estén bien orientadas. Voy a
poner un ejemplo que se suele utilizar para estos casos.
Veamos; una persona tiene por principio pagar
puntualmente los impuestos. Pero se acaban de aprobar leyes que permitirán al
Estado invertir dinero (obtenido con los impuestos) en armas de destrucción
masiva y en centros científicos que harán experimentos destruyendo embriones. ¿Es
correcto seguir pagando impuestos cuando parte del dinero recaudado servirá
para invertir en acciones injustas y peligrosas? Claramente salta a la vista la
importancia de otro principio: nunca debo colaborar con aquellos que cometen
acciones dañinas para seres humanos inocentes.
No resulta fácil tomar la “acción” adecuada,
durante siglos hemos visto muchas teorías que intentan ayudarnos a resolver
este tipo de problemas que nos surgen cuando entran en colisión varios de
nuestros “principios”. Algunas de esas teorías eran mejores, otras no muy
claras, y no han faltado propuestas claramente erróneas.
Lo importante, siempre, es tener en cuenta el
principio básico para cualquier acción que queramos ejecutar correctamente: hay
que hacer el bien y evitar el mal. Parece algo muy impreciso, pero es el
criterio esencial que nos debe servir de orientación en este mundo tan
complejo.
Luego, habremos de emprender una reflexión seria
para ver qué es lo bueno y qué es lo malo en una decisión familiar, profesional,
política o de cualquier otro ámbito. Lo que nos llevará a encontrar otra serie
de principios más concretos que nos ayuden a individualizar, en las mil
encrucijadas de la vida, cuáles sean los principios que están en juego y en qué
manera algunos principios sean más importantes que otros si queremos emprender
acciones orientadas realmente a la búsqueda del bien y la justicia.
En fin, siempre tendremos que estar reflexionando.
Feliz Tarde.
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