jueves, 20 de junio de 2019

Jueves 20 de junio de 2019.

“Lo correcto es lo correcto, aunque no lo haga nadie. Lo que está mal está mal, aunque todo el mundo se equivoque al respecto”. (G. K. Chesterton). 

Desde las 06:36 horas el sol nos está haciendo compañía, continúa, un poco más, aumentando la duración de su estancia diaria entre nosotros, hoy hasta las 21:29 horas, el viernes empezará a descender.
En estos días no viene mal que nos acordemos de ese refrán tan conocido de: “Dime con quién andas, y te diré quién eres”, que es bastante acertado, pero también lo es este otro: “De tal árbol, tal astilla”.
Lo que nos vienen a decir, en el fondo, estos refranes es que la persona no se puede entender ni explicar completamente sin tener como referencia a los demás, sea desde el origen, o en lo que hoy se denomina vínculos sociales, que nos marcan fuertemente en lo que somos como personas.
Para entender lo que somos como persona hay que darse cuenta que la vida, el ser, los hemos recibido como un regalo y que es nuestra obligación apreciarlo, llevarlo a su plenitud y desenvolverlo, y así hacerlo fructificar. Ese es el origen más profundo, sin el cual no nos podemos entender adecuadamente. Podríamos no existir, y, sin embargo, existimos y cada persona existe en su particularidad y unidad, pues es absolutamente única e irrepetible.
 Pero, si continuamos reflexionando, al buscar nuestro origen también descubrimos la importancia de nuestros padres, de los que nacimos, nos educaron y rodearon de un ambiente apto para crecer y aprender lo más importante: a ser personas plenas. Esa vinculación se transforma en una deuda de gratitud hacia ellos, que, vivida de manera consciente y constante, se denomina honestidad.
Esa deuda de gratitud la demostramos mostrándonos serviciales y respetuosos con nuestros padres y además agradeciendo y reconociendo no sólo todo lo que hemos recibido hasta ahora sino también lo que se nos sigue entregando cada día.
Hacemos bien en mirar, entonces, nuestros orígenes y dar gracias por lo recibido. Y, por lo mismo, somos conscientes de lo que somos y desde ese conocimiento nos relacionamos con cuantos nos rodean hoy y con quienes nos vinculamos. Precisamente son esos vínculos originarios los que dan a nuestra vida un sentido especial: porque siempre hay alguien que nos quiere y con quien permanecemos vinculados, podemos superar la tentación del individualismo y de la soledad.
Ese es el punto de partida para relacionarnos con los demás, al ser conscientes del amor que hemos recibido con la vida, podemos a su vez darlo a cuantos nos rodean. Y, desde ahí, transformar esta sociedad.

Feliz Día.

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