“Lo
correcto es lo correcto, aunque no lo haga nadie. Lo que está mal está mal,
aunque todo el mundo se equivoque al respecto”. (G. K. Chesterton).
Desde las 06:36 horas el sol nos está haciendo compañía, continúa, un poco más, aumentando la duración de su estancia diaria entre
nosotros, hoy hasta las 21:29 horas, el viernes empezará a descender.
En estos días no viene mal que nos acordemos de ese
refrán tan conocido de: “Dime con quién andas, y te diré quién eres”, que es
bastante acertado, pero también lo es este otro: “De tal árbol, tal astilla”.
Lo que nos vienen a decir, en el fondo, estos
refranes es que la persona no se puede entender ni explicar completamente sin
tener como referencia a los demás, sea desde el origen, o en lo que hoy se
denomina vínculos sociales, que nos marcan fuertemente en lo que somos como
personas.
Para entender lo que somos como persona hay que
darse cuenta que la vida, el ser, los hemos recibido como un regalo y que es
nuestra obligación apreciarlo, llevarlo a su plenitud y desenvolverlo, y así
hacerlo fructificar. Ese es el origen más profundo, sin el cual no nos podemos
entender adecuadamente. Podríamos no existir, y, sin embargo, existimos y cada
persona existe en su particularidad y unidad, pues es absolutamente única e
irrepetible.
Pero, si continuamos
reflexionando, al buscar nuestro origen también descubrimos la importancia de
nuestros padres, de los que nacimos, nos educaron y rodearon de un ambiente
apto para crecer y aprender lo más importante: a ser personas plenas. Esa vinculación
se transforma en una deuda de gratitud hacia ellos, que, vivida de manera consciente
y constante, se denomina honestidad.
Esa deuda de gratitud la demostramos mostrándonos
serviciales y respetuosos con nuestros padres y además agradeciendo y
reconociendo no sólo todo lo que hemos recibido hasta ahora sino también lo que
se nos sigue entregando cada día.
Hacemos bien en mirar, entonces, nuestros orígenes
y dar gracias por lo recibido. Y, por lo mismo, somos conscientes de lo que
somos y desde ese conocimiento nos relacionamos con cuantos nos rodean hoy y
con quienes nos vinculamos. Precisamente son esos vínculos originarios los que
dan a nuestra vida un sentido especial: porque siempre hay alguien que nos
quiere y con quien permanecemos vinculados, podemos superar la tentación del
individualismo y de la soledad.
Ese es el punto de partida para relacionarnos con
los demás, al ser conscientes del amor que hemos recibido con la vida, podemos
a su vez darlo a cuantos nos rodean. Y, desde ahí, transformar esta sociedad.
Feliz Día.
No hay comentarios:
Publicar un comentario