martes, 18 de junio de 2019

Martes 18 de junio de 2019.

“Lo correcto es lo correcto, aunque no lo haga nadie. Lo que está mal está mal, aunque todo el mundo se equivoque al respecto”. (G. K. Chesterton).  


Como es natural el sol hace ya bastante rato que nos está alumbrando, para ser exactos desde las 06:35 horas, en un día que ha empezado “de lado” y vamos a ver si lo enderezamos antes de que el sol se nos marche a las 21:28 horas.
Me resulta curioso que todo lo que sea natural este de moda, es lo que se lleva hoy, lo vemos en el respeto por la naturaleza y como su equilibrio ecológico que se ha convertido en un valor indiscutible. Me llama también la atención que se utilice tanto el adjetivo natural, casi con reverencia, cuando se trata de jalea real, plantas medicinales o cualquier clase de comida, y me resulta por eso curioso que el adjetivo natural se convierta en una palabra tabú cuando se refiere al ser humano.
Se da la paradoja que muchas personas se inclinan a pensar y aceptan de hecho que nada hay de natural en el hombre, y que su propia naturaleza es totalmente maleable y que se puede modelar su conducta a su gusto.
El respeto a las diferencias es un rasgo característico de nuestra cultura, recalcando positivamente la dignidad de toda persona humana y su igualdad de derechos. Esto que parece claro, presenta un problema cuando para asegurar la igualdad de trato se niega la misma noción de normalidad, lo que lleva a preguntarnos si la carencia de algún atributo biológico característico de la especie humana constituye una disfunción, o es sólo una diferencia. 
Una vez más muchas personas parecen no estar dispuestas a escuchar lo que la naturaleza tiene que decir, prefieren librarse de su biología cuando ésta amenaza con poner límites a su comportamiento; basta analizar unos cuantos temas puestos a discusión en la mayoría de los parlamentos.
Ejemplos los encontramos rápidamente; el respeto a la vida en el vientre materno no es cuestionable cuando se trata de los delfines o la ballena azul, sí en cambio cuando es la madre o terceros quienes encuentran razones para eliminarla o la destrucción de un embrión en gestación siempre es un delito cuando se trata de huevos de tortuga, no así cuando por el aborto legal, la sociedad acepta la destrucción de individuos pertenecientes a su misma especie es decir, a su misma naturaleza, la humana.
Este sería el ejemplo más fácil de encontrar de que lo natural es bueno para todo menos para lo humano, se están forzando los límites, con frecuencia las leyes que promulgamos y las condiciones sociales y políticas que favorecemos se dan con base en preferencias o conveniencias que, lejos de respetar a la naturaleza, fuerzan sus límites. Tal es el caso de la manipulación genética y la fecundación in vitro en donde el bien del concebido pasa a segundo término. Cuando el hijo no se percibe como un don, se convierte en capricho.
Los animales respetan necesariamente su propia naturaleza. El hombre, por ser libre, corre el riesgo de revelarse contra los límites de su ser biológico y en el fondo, de su condición de criatura.

Feliz Día.

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