“Lo
correcto es lo correcto, aunque no lo haga nadie. Lo que está mal está mal,
aunque todo el mundo se equivoque al respecto”. (G. K. Chesterton).
Desde las 06:36 horas el sol nos está acompañando y
lo hará hasta las 21:29, en un día que promete ser un buen día de primavera.
Me he dado cuenta que cuando hablo con las personas
más cercanas y que realmente me importan suelo utilizar muchas veces la expresión
“Me da igual” como contestación a sus preguntas sobre mis preferencias.
En realidad, en la mayoría de las veces no es
verdad, porque de hecho sí me importa si salimos a cenar o no, o si nos quedamos
en casa o nos vamos a pasear o si comemos una cosa u otra. Mi intención no es
mentir, por supuesto, sino ser agradable, ofrecerle la libertad de escoger según
sus preferencias.
Creo que esa frase de “Me da igual” es una forma
torpe y mal planteada de intentar poner sus deseos antes que los míos y, en
última instancia, produce más problemas que los que soluciona.
Me he dado cuenta que ante la pregunta de cual es
mi opinión o mi punto de vista, afirmar “Me da igual” es enviar una señal de
que no estoy interesado en lo que me han preguntado, y a la larga esa actitud
me puede traer problemas. Puede ser mejor que busque otras formas de expresarme
para responder que en muchas ocasiones me resulte indiferente o que no existe
mucha diferencia entre las opciones. Debería de apoyarme en otras expresiones
como: “ambas opciones son buenas y ahora después de entrenar estoy agotado y no
me preocupa especialmente esta cuestión, elije tu”.
Puede ser una buena respuesta, pero no profundiza lo
suficiente si el problema no es realmente que yo estoy transmitiendo falta de
interés, sino que estoy rechazando su intento de agradarme eligiendo mi preferencia.
Es complicado, yo pensaba que al negarme a decirle
mi preferencia era una forma de autosacrificio para permitir que ella eligiera
lo que quería. Pero puede ser que al preguntarme mi interés en todo tipo de
cosas, desde películas a postres, lo que está intentando es mostrarme que
quería agradarme más de lo que quería satisfacer sus propios deseos.
Ya se que con mis años ya debería de saber resolver
esas señales cruzadas que se dan en esas preguntas y respuestas, pero es
complicado.
Lo mejor que puedo hacer es olvidarme de ese: “Me
da igual” o de ese “No me importa” y empezar a responder a las preguntas. Voy a
decir cuál es mi preferencia y luego preguntar si le parece bien.
No digo que esa sea la solución perfecta, porque en
la vida real las cosas tienen muchas variantes, lo cierto es que casi siempre
nos importan las cosas. Quizás estemos cansados y simplemente queramos desconectar,
pero si un desconocido nos ofreciera elegir entre dos opciones, escogeríamos.
No diríamos “No me importa”, porque sería desconsiderado.
Tan desconsiderado como decirle a tu esposo o
esposa que te da igual, aunque tus motivaciones sean buenas.
Cuando dices “No me importa”, lo que escucha
literalmente es “No me importa”. Si lo que quieres decir es “Preferiría que
escogieras tú porque para mí suenan igual de bien” o “¿Y si decides tú porque
yo decidí la última vez?”, mejor di eso.
Feliz Día.
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