“Lo
correcto es lo correcto, aunque no lo haga nadie. Lo que está mal está mal,
aunque todo el mundo se equivoque al respecto”.
(G.
K. Chesterton).
Como todos los días hemos asistido a la salida del
sol, hoy a las 07:10 horas, y como cada vez que lo veo salir me alegro, ya se
que puede parecer muy infantil pero estoy seguro que lo es, a los niños cuando
una cosa les entusiasma y les gusta quieren que se repita y que no cambie, y al
igual que a mi me sucede con la salida del sol, no se cansan de decir: “Que se
repita”, “otra vez”. Espero que el sol no se canse de hacerme caso cada día, de
momento nunca me ha fallado. Hoy lo despediré a las 19:08 horas.
Me acuerdo que solíamos de decir “maricón el último”,
lo decíamos sin querer decir nada en concreto, era como decir el famoso: “Sálvese
quien pueda”. Ahora decir “maricón el último”
estaría muy mal visto puesto que la
palabra “maricón” puede que resulte ofensiva si pensamos que puede referirse a
un hombre homosexual, aunque hay que decir que cuando usábamos la expresión “maricón
el último” nunca se pensaba en la homosexualidad de nadie.
No hay duda que insultar a una persona por ser
homosexual es absolutamente reprobable, afortunadamente, no hay ni debe haber
vuelta atrás.
He puesto este ejemplo, porque se ha generalizado
un insulto que se esta utilizando para demasiadas cosas, al igual que se
empleaba, sin connotación sexual, lo de “maricón el último”, hoy se esta
empleando, sin ninguna clase de precisión política, lo de “fascista”.
Que yo opine que lo que hacen los independentistas
catalanes con proclamar unilateralmente la independencia es como un golpe de
Estado, ya puedo esperar la respuesta por parte de ellos: “eres un fascista”.
Estoy seguro que mucha gente no sabe bien qué es
ser fascista, pero lo utiliza porque suena a algo muy malo, a algo muy
autoritario, a algo muy nacionalista.
“Fascista” se ha convertido, hoy, en una expresión
que no significa casi nada y que por lo tanto hay que llenar de contenido. Por
ejemplo: es una actitud que empuja a la gente a salir a la calle para
manifestarse pero no en contra de una ley, o de cualquier otra causa, sino sólo porque los ciudadanos, libremente, en lugar de votar a un partido que defiende
mis ideales han votado a otro, y eso suena a “fascista”, a actitud autoritaria
y antidemocrática.
Eso revela una falta de respeto de unos pocos, que
por cierto se sienten representantes exclusivos de la democracia, ante el voto
de muchos otros, que son tan ciudadanos como ellos y que tienen, faltaría más la
potestad de votar de modo diferente. Vienen a decir: “O me votas a mí, o ya
sabes: Eres un fascista”. Pues vale. La única esperanza frente a este
atropello, frente a esta coacción de chulo de barrio, es la confianza en la coherencia
de las personas; en la capacidad que tenemos de: “Hasta aquí hemos llegado”.
Si alguien cree que unas ideas no caben en una
democracia, que acuda a los tribunales. Pero si los votantes votan libremente,
no cabe salir a la calle para llamar “fascistas” a los votados e,
indirectamente, a los votantes.
Hacer eso, cómo se está haciendo, es completamente
autoritario y antidemocrático. Es, por seguir usando esa palabra que dice y no
dice, “fascista”. Es, sobre todo, ser un farsante de primer nivel.
Feliz Día.
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