jueves, 7 de marzo de 2019

Jueves 7 de marzo de 2019.

“Lo correcto es lo correcto, aunque no lo haga nadie. Lo que está mal está mal, aunque todo el mundo se equivoque al respecto”. (G. K. Chesterton). 


Nos ha salido el sol a las 07:24 horas y lo tendremos hasta las 18:59 en un día en que me tendré que ocupar de lo que sucederá mañana 8 de marzo día de la Mujer Trabajadora y de la convocatoria de la  huelga feminista, y por lo tanto, ver cuales son los motivos ya que estoy seguro que saldrá el tema en cualquier momento del día.
Ayer por la tarde le eche un vistazo al manifiesto de la huelga, pongo el enlace por si alguien se siente interesado, y hoy lo leeré con atención para tener una plena conciencia de lo que se va a pedir mañana. Aunque tengo mi opinión sobre la situación de la mujer será bueno que lea con atención el manifiesto.
Se esta hablando ya hace tiempo de todo lo relacionado con la mujer y con sus derechos y su dignidad, Y creo, que es justo y necesario, reconocer el valor que la mujer tiene en las distintas facetas de la vida humana. Por lo tanto es justo, es necesario, defenderla en su valor, en su riqueza propia, irrenunciable.
Para entender bien dónde radica la dignidad de la mujer es necesario tener claro qué es “dignidad”, pues hay muchas personas que no lo entienden y por lo tanto no lo tienen en cuenta, pues es una palabra que nos indica una apreciación, reconocer y estimar el mérito de alguien o de algo. La dignidad depende de “algo” íntimo, profundo, propio de uno, independientemente de si los otros ven o no ven ese “algo”. Hay que entender que la dignidad radica en el ser algo que merece, por sí mismo, amor, respeto y justicia.
Cuando hablo de “dignidad”, no hablo de la función o de la contribución que alguien ofrece en un sector de la vida social. La dignidad no radica en ser más productivo o menos, ni en la riqueza, ni en las cualidades físicas que otros puedan advertir en la persona digna. Ser digno no depende, por lo tanto, de motivos externos, pues de lo contrario, serían otros los que atribuirían dignidad a la mujer, o al hombre, o al niño, o al anciano.
Si tenemos claro lo que significa la dignidad, nos debemos volver a preguntar: ¿en qué radica la dignidad de la mujer? Una respuesta normal nos podría decir que en su condición femenina, en su identidad sexual, en su maternidad, en las posibilidades laborales que el mundo ofrece. Esto, sin embargo deja muchas lagunas, quizá tendríamos que reconocer que la dignidad de la mujer radica en su ser persona humana. Es decir, su dignidad no viene por su feminidad, sino que precede su misma feminidad, y funda y explica su dignidad en cuanto mujer.
Antes que mujer, antes que hombre, cada uno de nosotros es miembro de la especie humana. Desde esa condición básica, común, podemos tener la certeza de que valemos mucho. Aunque a veces otros no lo reconozcan o no quieran aceptarlo. Aunque a veces nosotros mismos olvidemos la propia dignidad. Aunque se nos excluya de un trabajo, de un cine, o de la libertad de decir nuestras ideas.
Entonces, desde esa común dignidad humana tenemos que tener claro que el respeto se extiende a todas las posibles formas de vivir como mujeres o como hombres.
Existen, claro está, muchos modos de ser mujer y de ser hombre. La mujer puede ser soltera, casada, con hijos, embarazada, con trabajo, en paro; puede ser policía, presidente, tener estudios sólo de primaria o enseñar en una universidad; puede encontrarse en la cárcel o dictar sentencias en un tribunal; puede ser aún no nacida o pasar los días de su vejez en una casa de ancianos. En cada situación, la dignidad es la misma.
Esas formas diferentes de ser no ocultan ni eliminan la dignidad a todas esas mujeres, podemos decir lo mismo de los hombres menos el estar embarazados, modos de ser que muestran que la dignidad no es una propiedad del ser mujer en cuanto mujer (o en cuanto ejecutiva, o en cuanto trabajadora, o en cuanto ama de casa). La dignidad pertenece a cada mujer simplemente por ser miembro de la especie humana, se encuentre donde se encuentre, haga lo que haga, viva de una manera o de otra.
Creo que si tenemos presente estas verdades nos ayudará mucho para que nunca una mujer pueda despreciar o dañar la dignidad de otras mujeres o de otros hombres, para que nunca un hombre pueda discriminar o usar violencia sobre hombres o sobre mujeres. A la vez, permitirá el desarrollo de una cultura del respeto y de la solidaridad, en la que cada mujer y cada hombre sean valorados por lo que son, simplemente, sin adjetivos discriminatorios.
Creo que el verdadero problema radica en que no se entiende y por lo tanto no se acepta la dignidad de las personas.

Feliz Día.

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