“Lo
correcto es lo correcto, aunque no lo haga nadie. Lo que está mal está mal,
aunque todo el mundo se equivoque al respecto”.
(G.
K. Chesterton).
Nos ha salido el sol a las 07:24 horas y lo tendremos
hasta las 18:59 en un día en que me tendré que ocupar de lo que sucederá mañana
8 de marzo día de la Mujer Trabajadora y de la convocatoria de la huelga feminista, y por lo tanto, ver cuales
son los motivos ya que estoy seguro que saldrá el tema en cualquier momento del
día.
Ayer por la tarde le eche un vistazo al manifiesto
de la huelga, pongo el enlace por si alguien se siente interesado, y hoy lo
leeré con atención para tener una plena conciencia de lo que se va a pedir
mañana. Aunque tengo mi opinión sobre la situación de la mujer será bueno que lea
con atención el manifiesto.
Se esta hablando ya hace tiempo de todo lo
relacionado con la mujer y con sus derechos y su dignidad, Y creo, que es justo
y necesario, reconocer el valor que la mujer tiene en las distintas facetas de la
vida humana. Por lo tanto es justo, es necesario, defenderla en su valor, en su
riqueza propia, irrenunciable.
Para entender bien dónde radica la dignidad de la
mujer es necesario tener claro qué es “dignidad”, pues hay muchas personas que
no lo entienden y por lo tanto no lo tienen en cuenta, pues es una palabra que
nos indica una apreciación, reconocer y estimar el mérito de alguien o de algo.
La dignidad depende de “algo” íntimo, profundo, propio de uno, independientemente de si los otros ven o no ven ese “algo”. Hay que entender
que la dignidad radica en el ser algo que merece, por sí mismo, amor, respeto y
justicia.
Cuando hablo de “dignidad”, no hablo de la función
o de la contribución que alguien ofrece en un sector de la vida social. La
dignidad no radica en ser más productivo o menos, ni en la riqueza, ni en las
cualidades físicas que otros puedan advertir en la persona digna. Ser digno no
depende, por lo tanto, de motivos externos, pues de lo contrario, serían otros
los que atribuirían dignidad a la mujer, o al hombre, o al niño, o al anciano.
Si tenemos claro lo que significa la dignidad, nos
debemos volver a preguntar: ¿en qué radica la dignidad de la mujer? Una
respuesta normal nos podría decir que en su condición femenina, en su identidad
sexual, en su maternidad, en las posibilidades laborales que el mundo ofrece. Esto,
sin embargo deja muchas lagunas, quizá tendríamos que reconocer que la dignidad
de la mujer radica en su ser persona humana. Es decir, su dignidad no viene por
su feminidad, sino que precede su misma feminidad, y funda y explica su dignidad
en cuanto mujer.
Antes que mujer, antes que hombre, cada uno de
nosotros es miembro de la especie humana. Desde esa condición básica, común,
podemos tener la certeza de que valemos mucho. Aunque a veces otros no lo
reconozcan o no quieran aceptarlo. Aunque a veces nosotros mismos olvidemos la
propia dignidad. Aunque se nos excluya de un trabajo, de un cine, o de la libertad
de decir nuestras ideas.
Entonces, desde esa común dignidad humana tenemos
que tener claro que el respeto se extiende a todas las posibles formas de vivir
como mujeres o como hombres.
Existen, claro está, muchos modos de ser mujer y de
ser hombre. La mujer puede ser soltera, casada, con hijos, embarazada, con
trabajo, en paro; puede ser policía, presidente, tener estudios sólo de
primaria o enseñar en una universidad; puede encontrarse en la cárcel o dictar
sentencias en un tribunal; puede ser aún no nacida o pasar los días de su vejez
en una casa de ancianos. En cada situación, la dignidad es la misma.
Esas formas diferentes de ser no ocultan ni
eliminan la dignidad a todas esas mujeres, podemos decir lo mismo de los hombres
menos el estar embarazados, modos de ser que muestran que la dignidad no es una
propiedad del ser mujer en cuanto mujer (o en cuanto ejecutiva, o en cuanto
trabajadora, o en cuanto ama de casa). La dignidad pertenece a cada mujer
simplemente por ser miembro de la especie humana, se encuentre donde se
encuentre, haga lo que haga, viva de una manera o de otra.
Creo que si tenemos presente estas verdades nos
ayudará mucho para que nunca una mujer pueda despreciar o dañar la dignidad de
otras mujeres o de otros hombres, para que nunca un hombre pueda discriminar o
usar violencia sobre hombres o sobre mujeres. A la vez, permitirá el desarrollo
de una cultura del respeto y de la solidaridad, en la que cada mujer y cada
hombre sean valorados por lo que son, simplemente, sin adjetivos discriminatorios.
Creo que el verdadero problema radica en que no se entiende
y por lo tanto no se acepta la dignidad de las personas.
Feliz Día.
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