“Lo
correcto es lo correcto, aunque no lo haga nadie. Lo que está mal está mal,
aunque todo el mundo se equivoque al respecto”.
(G.
K. Chesterton).
Parece que vamos a tener alguna dificultad para ver amanecer, pero que detrás
de las nubes estará el sol, y estoy seguro que a las 07:27 horas intentará
alumbrarnos, al menos hasta las 18:57 horas.
Como suele suceder cuando hablas de un tema con
tantas variantes y que por lo general no se reflexiona sobre él, como es la democracia,
y en el que nos solemos quedar con lo superficial; un hombre un voto y se hace
lo que quiere la mayoría. Siempre existirá algo que debatir.
Y es que, una cosa es defender mis creencias y
principios, respetando las opiniones de los demás; y otra tener una actitud que
ataca o se burla de las conductas ajenas, especialmente religiosas.
Cuando se usa algún tipo de fuerza, ya sea física,
mediática o política, como por ejemplo cuando para imponer sus propias ideas se
ataca o se burla de las otras que son diferentes estamos delante de una forma
de actuar que me atrevería a denominar de fundamentalista, aunque también es
verdad que existen actitudes calificadas de fundamentalistas y que en realidad
no lo son. Vamos con algunos casos.
Desde hace unos años estamos viendo un fundamentalismo que se podría calificar de laicista y que está
representado por personas que haciendo gala de ser tolerantes y amantes de la
democracia, no soportan que otros puedan tener creencias religiosas y vivir
conforme a su fe. Para ellos esa fe pertenece a la esfera íntima de la persona
y no debería interferir para nada en los otros ámbitos en que se desenvuelve un
creyente. Si a éste se le ocurre defender sus principios, a lo que tiene todo
el derecho, le llaman fundamentalista.
Hay que tener muy en cuenta que una cosa es
defender las propias creencias y principios, respetando las opiniones de los
demás; y otra tener una actitud que ataca o se burla a través de los medios de
comunicación o la cátedra universitaria, de las conductas ajenas, fundamentalmente
religiosas.
Lo que esta sucediendo es que estas actitudes,
lejos de colaborar a la construcción de una sociedad sólida, van creando
divisiones que nos debilitan. No olvidemos que lo que hace fuerte a una comunidad
es la unidad de sus ciudadanos; y esa unidad no se logra con fundamentalismo
sino con tolerancia. Podemos pensar de diferente manera y tener religiones
distintas o no tener religión, pero si no comprendemos esas diferentes maneras
de pensar y de vivir estamos incapacitados para construir una sociedad libre y
justa.
En fin; Feliz Día.
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